Les dieron a los españoles banderas de oro, banderas de pluma de quetzal y collares de oro. Y cuando les hubieron dado esto, se les puso risueña la cara […]. Cierto es que eso anhelan con gran sed. Se les ensancha el cuerpo por eso. Tienen hambre furiosa de eso. Como unos puercos hambrientos ansían el oro.
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“Escribir me salva de la neurosis, del sinsentido”. Entrevista con Mercedes Halfon
- Mauro Libertella