Les dieron a los españoles banderas de oro, banderas de pluma de quetzal y collares de oro. Y cuando les hubieron dado esto, se les puso risueña la cara […]. Cierto es que eso anhelan con gran sed. Se les ensancha el cuerpo por eso. Tienen hambre furiosa de eso. Como unos puercos hambrientos ansían el oro.
Editorial
- Guadalupe Nettel