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Jorge Manrique diserta sobre la definición de patrimonio cultural y su protección. Al fin México se está preocupando por sus edificios emblemáticos, siguiendo una creciente inquietud mundial que llevó a varios países a firmar la “Carta de Venecia” respecto a la conservación monumental, a establecer la Convención Gubernamental del Patrimonio Mundial de la UNESCO; y a fundar el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS).

Clementina Díaz y de Ovando diserta sobre el Gran Teatro Nacional, obra de Lorenzo de la Hidalga, construida en 1844 y demolida entre enero a julio de 1901. Fue la primera y más significativa obra arquitectónica del México independiente y fue derribada por representar un estorbo al progreso. “Aspiración que día a día empobrece nuestro patrimonio histórico, artístico y monumental y al que se tiene la obligación heroica de conservar y salvaguardar”, escribe la autora.

En 1906, la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes levantó un censo de los monumentos de todo el país, bajo la dirección de un Consejo Consultivo de Edificios Públicos. Lo cual no impidió que muchas joyas nacionales fueran derribadas en nombre del progreso. Unos de los defensores del arte mexicano fue Manuel Toussaint, historiador al frente de Investigaciones Estéticas en el Departamento de Monumentos Coloniales del Instituto Nacional de Antropología e Historia, quien logró, con su intervención, rescatar o restaurar varios edificios.

Augusto Molina Montes define el concepto de pérdida del patrimonio cultural arqueológico de México. Una destrucción a gran escala que empezó con la conquista. Pero el saqueo siguió hasta la fecha en que se escribe este ensayo, con el robo de piezas arqueológicas en el Museo de Antropología en 1985, por ejemplo.

“En todos los tiempos se encuentran razones de orden religioso, político y social que explican los actos que lesionan los objetos de arte; ello no significa que hoy día se justifiquen tales actitudes. En efecto, ninguna razón sería plenamente aceptada; el resguardo y respeto que las obras de arte merecen, deben ocupar un lugar fundamental en la educación y en la conciencia cívica de los mexicanos”, escribe la autora. Y describe con tristeza los sitios arqueológicos y las piezas que han sufrido deterioro por falta de cuidados y de interés, tanto de las autoridades como de los visitantes.

Se cumplen doscientos años de la Revolución Francesa. La Revista de la Universidad de México publica aquí tres fragmentos de textos. El primero es un discurso de Honoré-Gabriel Mirabeau, pronunciado el 8 de julio de 1789, cuando el gobierno de Luis XVI concentraba tropas alrededor de Versalles y Paris, como intimidación a la Asamblea Nacional. El segundo es un texto del periodista Camille Desmoulins, director del Vieux Cordelier, para denunciar las injusticias cometidas en nombre del Terror desatado por Robespierre. El tercer texto es la proclama de Napoleón Bonaparte a sus soldados, tras la victoria de Austerlitz. La traducción es de Adriana Pacheco.