“En todos los tiempos se encuentran razones de orden religioso, político y social que explican los actos que lesionan los objetos de arte; ello no significa que hoy día se justifiquen tales actitudes. En efecto, ninguna razón sería plenamente aceptada; el resguardo y respeto que las obras de arte merecen, deben ocupar un lugar fundamental en la educación y en la conciencia cívica de los mexicanos”, escribe la autora. Y describe con tristeza los sitios arqueológicos y las piezas que han sufrido deterioro por falta de cuidados y de interés, tanto de las autoridades como de los visitantes.