En 1906, la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes levantó un censo de los monumentos de todo el país, bajo la dirección de un Consejo Consultivo de Edificios Públicos. Lo cual no impidió que muchas joyas nacionales fueran derribadas en nombre del progreso. Unos de los defensores del arte mexicano fue Manuel Toussaint, historiador al frente de Investigaciones Estéticas en el Departamento de Monumentos Coloniales del Instituto Nacional de Antropología e Historia, quien logró, con su intervención, rescatar o restaurar varios edificios.