Tras el devastador terremoto del 19 de septiembre de 1985 el autor analiza la participación de los universitarios en los apoyos a la ciudadanía y pide: “Que el pesimismo quede sepultado entre los escombros. Que el ejercicio de la solidaridad y el optimismo cultural nos capaciten para el cabal cumplimiento de nuestra encomienda como universitarios mexicanos”.