A los compañeros enseñantes. La distinta educación.
Letras humildes
Mis años jóvenes donados al precepto de las letras escritas [en el polvo, ahí al lado de la pobreza y la sonrisa de niños extenuados.
Letras formadas en la angustia de mujeres,
remedadas en la raíz cuadrada de impositores:
tubérculo social putrefacto.
Letras tristes que dibujan el dolor de los masacrados,
sufrimiento coagulado en los ojos de los huérfanos,
mirada en el pasaje del otro conocimiento.
Letras formadas con el llanto de niños famélicos,
lamento colgado en los muros de la pobreza,
memoria penetrada roja por el olfato de asesinos.
Letras que se plasman entre el fusil y la milpa,
sembrando semillas de autonomía,
mientras los militares se expanden en las veredas.
Letras que se escriben con la remembranza ensangrentada
de niñas enlutadas en el caminar de la historia,
forjando pensamientos desde las humildes chozas.
Letras que se trazan con sed de conocimiento
y manifestación a la proporción inmensurable de odio,
a los pueblos nacidos en estas tierras antes de la intrusión.
Letras moldeadas con hambre de justicia,
delineando los caminos de la libertad,
tinta y lágrimas que bajan de las montañas de esperanza.
Insurrecta Madre
En tus manos se ondea la bandera
y las voces de los pueblos silenciados.
Las balas zumban en tus oídos.
Adiestrados canes del poderío husmean tus pies,
trepan a tus laderas y territorio.
Sanguinaria fuerza del imperio,
sus perros devoran la causa de la masa,
sangran sus hocicos
con la sangre de los campesinos.
Llueven los disparos sobre tus hijos
y retiembla la tierra.
Labras el rumbo de las resistencias
y la pulsación del combate.
Marchan tus hijas armadas con tu canto y rabia.
Algunas llevan el fusil de la palabra,
otras el arcabuz del pensamiento
que escribiste en tu teorema.
La muerte camina
en los desechos amamantados
por el poder del tirano.
Millones de oprimidos reclaman
las demandas aún ensangrentadas.
En tus trenzas cuelgan
las huellas de las horas,
que peregrinaron en tu cuerpo,
sujetando la memoria
de tus hijos asesinados.
En los hilos de tu rebozo
se oculta la angustia de tus retoños
encarcelados por las cadenas de la tortura.
Clamas en silencio
el recuerdo de los vástagos torturados
en la antecámara de los asesinos,
donde se entrecruzan las miradas
del dolor y la justicia despojada.
Publicados en el poemario Me’on Ts’ibetik/ Letras humildes, colección “El ala del tigre”, UNAM, México, 2020.
Imagen de portada: Fotografía de Heriberto Paredes