En Latinoamérica, en el siglo XIX se fraguan los conceptos con los que las naciones emergentes han soñado: el progreso y la libertad. Pero el siglo XX ve nacer otros yugos: la explotación y el mantenimiento de los privilegios de ciertos grupos sociales. Rodó plantea que el progreso puede ser entendido de otra forma, desde una profesión universal: “la del hombre”.