Desde múltiples medios se despliegan recuerdos escolares fragmentados. Cual fantasmas difíciles de aprehender se construyen atisbos espectrales. Los destellos, ya sea en dibujo, en pintura, en collage, en bordado, apuntan a la memoria de nuestras infancias, frágil y potente, contundente y borrosa. Entre el cuerpo y la mente encontramos voces, olores, situaciones, lugares sinuosos. La obra de Mr. Poper Nicolás Marín (Puebla) sugiere un espacio que nunca se presenta en sus imágenes: la escuela pública.
Todxs lxs que asistimos en México a una primaria, secundaria o preparatoria pública estamos familiarizadxs con el adiestramiento del uniforme, del peinado, con marchar y reconocer la inteligencia a través de lxs que conforman la escolta, gesto militarizado de resguardar al máximo lábaro patrio. Y bajo ese orden de pupitres homogeneizados y de dudoso diseño estético, ergonómico y práctico, se encuentra el desorden. El caos de los cuerpos infantiles y adolescentes se presenta en pleitos fuera de la escuela. Los deseos debajo del uniforme se mezclan con las inseguridades de pequeñxs individuxs que están conociendo el funcionamiento del sistema nacional a través de la estandarización.
Los collages de Mr. Poper reflejan esta tensión: adiestramiento y desorden. Entre la disciplina y el deseo indisciplinar se encuentra el atiborramiento de información a través de láminas, libros de texto, modelos anatómicos, narrativas históricas, de la biología, las matemáticas, la química, la física, el civismo, las ciencias sociales. Números, palabras, nombres propios, conceptos. Todo explota en la mente de lxs estudiantes, nos revienta en la cara. Los cuerpos están contenidos por las telas sintéticas del uniforme. La educación básica en México se entiende a través de las piezas de Mr. Poper como máquinas disciplinarias que en su operación parecen avecinar fallos. El sistema presenta grietas por donde sale el deseo, esperemos que de insurrección.
Todas las imágenes son cortesía del artista.