La historia de los monumentos históricos de nuestro país está asociada a la destrucción. No sólo la destrucción de la antigua Tenochtitlán a manos de los conquistadores españoles, también la de la vieja ciudad virreinal, decenas de conventos saqueados e incendiados después de la Guerra de Reforma, miles de retablos de plata y oro dispersados y vendidos al mejor postor.