Mohamad Almotámid Abenabad, Rey de Sevilla, hombre de gustos refinados, pero implacable, tenía un amigo. Lo amaba por sobre todas las cosas: Abenámar, un poeta melenudo, autor de versos por encargo. Ramayquí, una hermosa mujer también poeta, habrá de interponerse entre ellos y perderlos a ambos.