La llama de nuestra sangre arde, inapagable a pesar del viento de los siglos.
Callados,
canto ahogado,
miseria con alma,
tristeza acorralada.
¡Ay, quiero llorar a gritos!
Las tierras que nos dejan
son las laderas,
las pendientes,
los aguaceros poco a poco las lavan,
y las arrastran a las planadas
que ya no son de nosotros.
Y aquí estamos,
parados a la orilla de los caminos
con la mirada rota por una lágrima…
Y nadie nos ve.
Imagen de portada: Marcela Huitraiqueo, Sombras, 2016. Cortesía de la artista