Haremos nacer
Fue una noche en el sótano de un edificio destruido. Heridos de la bomba atómica llenaban ese sótano que no encendía ni una vela. Olor de sangre y de cadáveres descompuestos. En medio de un sofocante olor de sudor y de quejidos se oyó una voz extraña, decía “va a nacer un bebé” en un sótano como el fondo del infierno. Una mujer joven tenía contracciones. En un lugar donde no prendía ni la luz de un cerillo, ¿qué se podía hacer? Todos preocupados se olvidaron de su propio dolor. De pronto, “yo soy partera, yo haré nacer”. La que dijo eso fue una mujer gravemente herida que un momento antes gemía. Así nació una nueva vida en las tinieblas infernales. Así la partera expiró cubierta de sangre sin esperar a ver amanecer. Haremos nacer, haremos nacer, aunque se pierda nuestra vida.
Doy testimonio sobre Hiroshima
yo que sobreviví deseo antes que nada
ser un ser humano
sobre todo como madre protesto
nada menos en contra de la guerra
dedicando a los seres vivos mis
lágrimas que se han de caer sobre los
cadáveres protesto si se llegaran a
condenar muchos futuros y se desgarrara
un día el cielo azul que se extiende
en muchos futuros y encima de los niños
de mejillas rojas
aunque bajo cualquier nombre se castigue
a madres que no aceptan la muerte de su
propio hijo no me escondo ni huyo
en mi retina quedó grabado el infierno
de aquel día
6 de agosto de 1945 cuando apenas empezó a brillar el sol cuando la gente estaba por comenzar piadosamente el día de repente desapareció la ciudad en un soplo de viento la gente herida quemada siete ríos se llenaron de muertos aunque haya un dicho “el que haya entrevisto el infierno y luego hable de éste será arrastrado al infierno por el demonio” yo como testigo sobreviviente de Hiroshima adondequiera que me arrastre daré mi testimonio y cantaré con todo mi corazón “basta de guerras en el mundo”
En 2024 el Premio Nobel de la Paz fue otorgado a Nihon Hidankyo, una organización integrada por sobrevivientes de las bombas atómicas que Estados Unidos soltó sobre Hiroshima y Nagasaki. Estos sobrevivientes divulgan sus testimonios, realizan campañas educativas basadas en sus experiencias y emiten alertas contra este tipo de armas. Su trabajo ha contribuido a mantener vivo, alrededor del mundo, el rechazo contundente a las armas nucleares. Los siguientes poemas formaron parte de la selección “Poemas por la paz”, publicada en la Revista de la Universidad de México (entonces Universidad de México), agosto de 1986, volumen XLI, número 427, p. 20.
Imagen de portada: Niwa Tokei, unas ramas de pino y grullas de papel, 1816-1822. The Art Institute of Chicago, dominio público.