2009, Felipe Calderón presiona a los medios para cuidar la imagen de México en el extranjero pidiendo “autorregulación” al reportar la violencia relacionada con la guerra contra el narcotráfico. Netflix todavía no ofrece a granel narrativas desde la perspectiva de los narcotraficantes. Teresa Margolles y el curador Cuauhtémoc Medina presentan en la Bienal de Venecia el pabellón ¿De qué otra cosa podríamos hablar?, una serie de piezas que abrieron un catéter directo al “México rojo”. Registros necrogeográficos invaden el Palazzo. Levantamientos sonoros, visuales y de materiales y telas impregnados con la sangre de víctimas se activan con acciones como el lavado del piso con agua y sangre o el bordado de narcomensajes en las telas. La línea del catéter se extiende hasta los visitantes: tarjetas para picar cocaína con fotografías de ejecutados se reparten interpelando su participación como consumidores en la economía que sostiene los ríos de sangre. La suntuosidad de esa economía se invoca con joyas realizadas a partir de vidrios recogidos en escenas de ajustes de cuentas. Ésa no fue la primera ni la última vez que Margolles trabajó el fenómeno de la violencia: su práctica se sostiene en la insistente denuncia de esta condición. A partir de ella ha construido redes de solidaridad y colaboración profundas, sobre todo con la población más vulnerable de Ciudad Juárez. Como resultado, su gramática —inicialmente emanada de un diálogo con los restos materiales de los cadáveres de las víctimas— se ha ampliado para incluir el cuerpo de la ciudad misma y de los vivos que comparten su destino de abandono y destrucción sistemática. En la serie fotográfica Pistas de baile (2016) un grupo de trabajadoras sexuales transgénero posa individualmente en las ruinas de los centros nocturnos en donde laboraban. La promesa (2012) convoca la figura del desplazado interno mediante una instalación creada a partir de los restos de una de las miles de casas abandonadas por el clima de violencia en Ciudad Juárez. Los fragmentos fueron trasladados a la Ciudad de México y compactados en un bloque que fue desmantelado por voluntarios para ocupar paulatinamente la superficie de la sala de exhibición. Es difícil imaginar un quiebre, tanto en la consistencia de Margolles como, lamentablemente, en la violencia de este país. Comparten destino.
Imagen de portada: La promesa, 2012, escultura realizada con la pulverización de una casa abandonada en Ciudad Juárez. Vista de la instalación en el Museo Universitario Arte Contemporáneo, MUAC/UNAM. Cortesía MUAC