Los alevines de la palabra Padre

Viajes / dossier / Septiembre de 2024

Jesús Bartolo

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Para los desaparecidos de ayer y de ahora


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Las casas de bajareque arden rápido, en la memoria de los desplazados siguen quemándose; por toda riqueza una muda de ropa y el llanto, acordonadas por el ejército las familias dejaron sus pueblos: Madre: el frío es aguoso y la esperanza un lodazal, lo mismo que el camino y los rostros del desamparo: los niños se aferran al gruñido de su estómago y no entienden por qué atrás se queda la melodía del arroyo, el alboroto de los pericos, el canto del pájaro perro: el golpe de la lluvia y los hombres hincados en la cancha de ​ [basquetbol con las manos atadas atrás de la espalda: y yo: era un niño con manos temerosas que no sabía atrapar camarones en el río, pero sí historias con el tirabuzón de la imaginación, que se quedaba sobre las piedras mirando la corriente hasta que el sol me ponía cenizo como a un viejo chaneque y temblaba de frío y miraba pasar a las torcazas con sus augurios picoteándole en las alas, raudas rumbo a los ​ [cerros: Madre: y a los conceptos estudiante, comunista, universidad, ​ [ideal les sembraron toletes, balas, masacre y desaparición forzada para que al orden social no se le moviera un ápice la ​ [conciencia: Padre: y el mar de mi niñez se consumía mirando tu retrato: tu foto era de un amarillo que raspaba porque iba borrándote el rostro: aun así, los alevines de tus facciones nunca se convirtieron en ​ [murgones, las únicas grietas que conquistaron tu piel fueron las que cuartearon el papel fotográfico que te ​ [contenía: Abuela: entre ese ir y venir de los años: retén, operativo, puesto de control multiplicaron sus zarzales y no hubo bolso, nombre, parentesco que no auscultaran los cuerpos ​ [policiales: Madre: paramilitar, boina verde, narcotráfico peinaban la ​ [serranía: en cada matorral, ladera, monte, cueva, ranchería dejaron la huella de su bota, vientres mancillados, la llave abierta del lamento que no deja de gotear: sospechoso, retenido, presentado, levantado, preso: preñaban las ​ [cárceles: los nombres propios se hicieron números en una lista, respiros agónicos y gritos desahuciados, rémoras del tiempo, cansancio, historias apócrifas de dónde y cómo los habían ​ [agarrado, mentiras sembradas para justificar la barbarie: Madre: a ti te crecía la incertidumbre entre una galera y un ​ [penal, y se convertía en agonía porque en la lista del presidio y el campo militar no estaba su nombre, desasosiego porque nadie te daba razón ni señas de mi Padre: Abuela: en la penitenciaría estatal nadie recordó su ​ [fisonomía, a la prisión federal nunca fue remitido decía el parte: Madre, ​ [Abuela: un lago amargo se te hizo el corazón, duro el entrecejo: una astilla se inconó en tu estómago: gastritis nerviosa, dijo el médico: lo que él no encontró es que te habías amputado a Dios del ánima:


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Padre: en los separos, todas las voluntades se parten como ​ [anonas: las mujeres abortan de tanto toque eléctrico en la vagina, de violentarles los esfínteres una y otra vez con botellas de ​ [Coca-Cola: los esbirros saben cómo ahogar el brío, degollar la valentía, desmembrar el coraje: Madre: y qué hacer: las súplicas a un dios sordo cuando te dan pocito, no fecundan: Secuela, daño permanente, delirio de persecución: Abuela: son la asfixia que paraliza en las pesadillas el sueño: la carcajada del pasado que cierra la noche a los ojos: la piel del insomnio cuando el preso político recuerda el chirriar de la carne y siente el olor a quemado penetrarle ​ [los nervios:


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Padre: la infancia amputada no retoña: el rencor tampoco es tierra fértil en los ojos de un niño, no importa que la desigualdad sea un lirio que abre sus ​ [flores y cunda con miserias el plato de comida: Abuela: y qué hacer: disidente o clandestino era una flor que no se podía llevar en el ojal de la camisa: Cabañas, Rojas, Barrientos, Gámiz, Jaramillo, Ayotzinapa apellidos que convocaban mareas, vientos ampulosos, golpes que los santos ni la fe detenían: Madre: FAL, M1 en la cabeza, bota rompiendo las costillas, tiro de gracia es la otra historia que, en las noticias, el régimen acallaba: Abuela: la misma historia que ahora callan y se queda ​ [impune: Y yo: era un infante lombriciento sin tirria en la sonrisa que miraba apariciones y tenía la porción paterna mutilada ​ [del alma: Madre: y la niñez se fue pudriendo como el río del pueblo: a los viejos pertenecía la memoria colectiva, también la muerte y las llagas de todo lo que cuento: Abuela: “para que el olvido no se haga memoria [soplo] al viento estas palabras”: púas de historia, siglos de ​ [sangre que bajan por las veredas, caminos reales, sendas para que se encajen tan adentro de los hombres: Padre: injusticia, pobreza, iniquidad, hambre dejen de ser luz de esta sombra llamada: patria:

Estos poemas pertenecen al poemario En las lágrimas de la abuela nunca retoñó un paquidermo (UAEM, Toluca, 2015), que obtuvo la segunda mención del Premio Internacional de Poesía Gil­berto Owen Estrada de 2014. En un libro anterior, No es el viento el que disfrazado viene (2004), el poeta ya escribía motivado por la desaparición forzada de su padre, Ausencio Bello Ríos, ocu­rrida tras su detención el 13 de agosto de 1974, durante la Guerra Sucia en Guerrero. Este año se cumplen cincuenta desde que Ausencio Bello fue sustraído por miembros del ejército mientras manejaba una camio­neta de transporte público. Su cuerpo nunca fue encontrado y sus fami­liares no han recibido res­puesta a sus interrogantes. Los poemas que presentamos aquí se re­producen con permiso del autor.

Imagen de portada: Fotografía de Pamela Lugo, cortesía del Centro Cultural Universitario Tlatelolco.