[En memoria de ALC]
[Óes del horóscopo. Que no necesitan la compañía de otras vocales, en sí centradas y encerradas, solitario oasis circular, estanque periférico y central. En mi horóscopo, aparece otra palabra que solo precisa de la o: gorgojo. Chino, para mayor detalle, acompañado por otro animal, un cotorro que no suelta nunca el secreto, que repite sílabas sueltas carentes de significado, y a cambio luce su colorido plumaje en la libertad de selvas y en el cautiverio de jaulas: encarna un quid pro quo.]
1
Una persona
observa
la hora.
Desea adivinar
el y su futuro;
por tristeza
se cuelga
de los astros,
rogándoles
que algo revele
el instante preciso
de todo alumbramiento.
Según lo cual,
tú en particular
eras portador de agua.
La tenías dentro
para dar de beber,
para dar y regalar.
Parecías atraerla
también por fuera:
te la habían rociado
en la fontanela
llenándola hasta el borde
algún día de algún mes
a principios de algún año.
Cargabas una “difusión simple
a través de la membrana”,
ósmosis,
como buen ser vivo.
Aunque más.
Una liquidez distinta.
2
Dice EB:
“Cómo, cuando alguien muere,
de pronto cobra más vida
que nunca”.
Hoy, según mis días concedidos,
entre aguas amnióticas y lluvias torrenciales,
has vuelto a nacer
muriendo
inmerso en tu elemento,
el aire,
que te arrebataron
y te fue absorbiendo.
El agua era tuya;
el aire, ajeno.
Por eso no sé dónde estás.
3
Solo que para reabsorber
el exceso de agua
bendita e interior
que mana,
como la fuente
del místico,
se necesitaba
una sequedad
compensatoria,
originaria a su vez
de un polo opuesto,
Oriente en la balanza
de Occidente:
el Portador de Agua
en la cosmogonía de Durero
trasladado por un Caballo
de crines lacias
a buen golpeteo de cascos
partiendo los aires
aquel jueves.
Aquel jueves real.
[Real no fue la creencia que te vendieron sino ilusoria, en torno al gorgojo chino. Te juraron: se utiliza en medicina oriental en calidad de panacea, para curar vitiligo-psoriasis-artritis-asma-diabetes-cáncer-Parkinson-Alzheimer-y DOLORES diversos… Se recomienda la ingesta del curculiónido vivo en cantidades generosas para aumentar las defensas (de los enemigos del mundo) y, en general, para mejorar el día con día de pacientes con múltiples aflicciones… si bien puede terminar envenenándolos por una falta de respeto. Que conste: se deben usar con fe en la curación, convencidos de que va a extraer el mal por completo; si lo dudan, aunque no se lo digan a nadie, están perdidos… Para muestra tenemos el caso del insensato Humphry House, que incluso se atrevió a hablar entre burlas veras del “dulce olor de la muerte…” justo a lo que terminó apestando, un aroma “dulzón”. Este gorgojo, en inglés, se denomina “true weevil”, verdadero, en advertencia de que también en ese gremio existen los sepulcros blanqueados.]
4
Fue otro día de la semana
cuando alguien te convenció
regalándote la pareja original
que se iría reproduciendo,
en obediencia a la consigna
“creced y multiplicaos”.
No tienes nada que perder,
insistieron.
Cómetelos en un pan de vida,
como si comulgaras
con los ojos cerrados.
Pueden salvarte por arte de magia.
Eso es la fe.
[No solo los ingeriste varios meses, sino desarrollaste cariño por ellos: todas las mañanas los veías reproducirse en su caja de vidrio, alimentándose del mismo pan que envolvería a los que viajarían por tu organismo; hablabas con ellos: ¿qué tal? ¿cómo amanecieron?, ¿durmieron bien?]
A pesar de los círculos
de esas vocales;
a pesar de tu ascesis,
a pesar del espejismo
del éxito
declarado por quienes
observaban tu gota
de sangre
bajo diversos lentes
de microscopio;
a pesar de la ilusión china
de gozar de larga vida
plena de salud;
a pesar de los pesares
por artes ocultas
el horóscopo derivó
en destino,
el máximo pesar de los pesares.
Imagen de portada: ©Ricardo Cavolo, El Mago, Tarot del Fuego, 2016. Cortesía del artista