De viaje

Viajes / dossier / Septiembre de 2024

Paloma Ulacia Altolaguirre

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La mujer del abrigo claro iba recogida

en su paseo por el jardín botánico.

No se debía a nadie.

Ni siquiera a los penosos fracasos

de sus seres queridos.


Era una mañana soleada de invierno.

Entrando a ras de tierra,

la luz iluminaba las plantas:

raquíticos cultivos de hortalizas

de zonas tropicales.


A lo lejos, en otro camino,

vio pasear a un hombre.

Calzaba zapatos con suelas de cuero,

boleados hasta hacerlos brillar.

La costumbre la llevaba a ella

a replegarse,

a esconderse tras las hojas altas del Amazonas,

a mirar las ranas de un charco

donde se reflejaba una raya de sol.


De repente, el aire

le regala un olor,

un azahar, acompañado

de la primera frase de un poema:

Malabares que abren, dilatándolo,

el secreto de un instante.


Los zapatos, pensaba ella,

los compraría con un ahorro escondido.

Después de la tortura

de llevar por años derivaciones

de la lengua latina en la cabeza,

cómo no aspirar

a zapatos muy finos

y corbatas alegres

con las que resaltar sus ojos claros.


Mientras ella seguía

entre las exóticas plantas americanas,

el hombre se perdió

por otros caminos. ¿De qué manera

influye la botánica

en sus cavilaciones?

la mujer se paró

delante de un colorín mexicano

de cuyas ramas caían unas cuantas gotas

rojas. Luego miró

un gran zapote blanco

cuyo tronco se erguía entre frutos podridos.


Estas plantas eran parte de su vida,

de una vida salpicada de vértigo.

Bajo una palma real se había dado

sus primeros besos sin amor.

La había empujado un hombre joven

contra el tronco,

obligándola así a entrar al mundo.


Llega la noche y vuelve a su cuarto.

Todo en ella es timidez y suposición:

como un relámpago vuelve a su mente

el hombre del jardín, y con el recuerdo,

los primeros trazos

de un punto de fuga:


Ingresa al salón bañado de lluvia, sonriendo. Con la mano limpia todas las gotas de un suéter azul abotonado. En su brazo derecho, el sobretodo. En la cara restos de una juventud hace largos años perdida. El gozo de correr por una calle con una amistad entrañable le ha hecho olvidar la finitud.


Súbitamente, lo interrumpe el teléfono que lleva en el bolsillo. Hay amores que matan. Cuánto extraña los locutorios, los tiempos en que viajar era casi lo mismo que desaparecer, ser joven todavía en un mundo donde no debía nada a nadie.

Imagen de portada: Paul Klee, Jardín en St. Germain en el barrio europeo cerca de Túnez, 1914. The Metropolitan Museum of Art, dominio público.