"Leer una palabra tras otra implica seguir un rastro en el paisaje en miniatura de la página, como si el ojo descifrara, a lo largo de las hileras de manchas, puntos y garabatos, una cadena de hormigas o el contorno de una mariposa confundida más allá, mimetizada en la escritura", dice Mauricio Molina en este texto sobre el lugar que la literatura ha dedicado a los insectos.