La brecha racial en Brasil aún persiste

Espías / panóptico / Junio de 2024

Michael França, Alysson Portella

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Las brechas raciales en Brasil siguen siendo muy importantes, no obstante los grandes esfuerzos para eliminarlas. El año pasado publicamos un libro, Números da Discriminação Racial: Desenvolvimento Humano, Equidade e Políticas Públicas (2023), en el que documentamos la evolución de la inequidad racial en el país y su impacto en el ingreso, la educación, la salud, la violencia y la representación política. En general, las cosas no son alentadoras. Y aunque en décadas pasadas ha habido algunos avances para contrarrestar la disparidad racial, sus efectos solo benefician a una proporción muy pequeña de brasileños negros. En la actualidad, se requieren nuevas políticas públicas que permitan que la nación se vuelva más igualitaria.

Mapa de Brasil, Generic Mapping Tools Mapa de Brasil, Generic Mapping Tools

​ Durante mucho tiempo se consideró a Brasil una “democracia racial”, y solo gracias al trabajo de varias generaciones de académicos y décadas de organización política de personas negras fue que se logró derribar este mito. También se ha agudizado la conciencia racial en el país, incluso comparada con la que había cinco años atrás, y cada vez más personas se identifican como negras. Hoy en día, muchos brasileños reconocen que el racismo impide que las personas logren alcanzar su potencial, sin embargo, ¿hasta qué punto este reconocimiento se ha traducido en un incremento en el bienestar de los brasileños negros?

​ Las tendencias de largo plazo de la desigualdad racial en términos de ingresos se habían reducido en las últimas cuatro décadas, sin embargo, en años recientes volvieron a incrementarse. En las décadas de los ochenta y noventa, los trabajadores negros ganaban entre 44 % y 48 % menos que los trabajadores blancos. Pero, a finales de los noventa, esta brecha comenzó a reducirse, hasta llegar a 32 % en 2011. Desde entonces, esa disparidad de ingresos se ha mantenido entre 32 % y 35 %.

​ Esta reducción en la inequidad de los ingresos es menor que la anterior y ocurrió durante un breve periodo, en la década del siglo XXI. Es muy probable que la confluencia de distintos factores —como el incremento en los salarios mínimos y la disminución en las diferencias de ingresos entre los trabajadores con altos y bajos niveles de educación— hayan contribuido a este decremento general en la inequidad, en lugar de ser producto de políticas en pos de la equidad racial.

​ Las diferencias raciales entre los salarios son generales, incluso cuando se compara a trabajadores con empleos, niveles de educación y experiencias laborales similares. Al tomar en cuenta estos factores, en la década de los ochenta, los trabajadores negros recibían un ingreso alrededor de 13 % menor que los trabajadores blancos. Esta diferencia se ha mantenido estable hasta 2020.

​ Desde este punto de vista, no se logró progreso alguno. A pesar de haber superado una dictadura, controlar la hiperinflación, implementar transferencias monetarias condicionadas e introducir la política de discriminación racial positiva en las universidades, Brasil ha sido incapaz de reducir la discriminación en el mercado laboral en los últimos cuarenta años.

​ Sin embargo, entre todo esto hallamos una nota un tanto positiva. La mayoría de las diferencias raciales, aunque no todas, se deben a factores distintos de la discriminación en el mercado laboral. Estos incluyen diferencias en los tipos de empleo, variaciones entre las distintas regiones de Brasil y, lo más importante, la diferencia de nivel educativo entre los brasileños blancos y negros. Esto sugiere una vía prometedora para reducir la desigualdad laboral: promover la equidad en la educación.

Albert Eckhout, *Mulato*, de la serie de pinturas etnográficas de América, siglo XVII. Museo Nacional de Dinamarca Albert Eckhout, Mulato, de la serie de pinturas etnográficas de América, siglo XVII. Museo Nacional de Dinamarca


LA EDUCACIÓN COMO OBJETIVO

El Congreso renovó y actualizó hace poco la ley que garantiza la discriminación positiva en las universidades públicas.1 La legislación, promulgada por primera vez hace doce años, reserva el 50 % de los lugares en estas instituciones para estudiantes de familias pobres, y una proporción de estos lugares están reservados exclusivamente para estudiantes negros e indígenas.

​ La renovación de la ley en octubre de 2023 asegura que el país sigue en una vía positiva, sin embargo, el principal reto sigue siendo el acceso a la universidad. Brasil logró garantizar el acceso universal a la educación primaria a niños negros y blancos por igual durante la década de los dosmil. No obstante que muchos adolescentes siguen sin inscribirse en la enseñanza secundaria, las diferencias raciales disminuyen rápidamente.

​ En los años ochenta, la educación superior era prerrogativa de los brasileños privilegiados, en su mayoría blancos. La matriculación en la universidad se ha expandido con mucha rapidez en Brasil desde finales de la década de los noventa, y ha tenido efectos dispares sobre la igualdad racial.

​ Por un lado, si nos enfocamos en la diferencia en las tasas de inscripción, a los brasileños blancos les ha ido mejor: a principios de los ochenta, sus tasas de escolarización eran seis puntos porcentuales superiores a las de los brasileños negros. Hoy, la diferencia es de catorce puntos porcentuales. Por otra parte, la tasa de escolarización de los brasileños negros mejoró mucho más rápido, al pasar del 2 % al 16 % (ocho veces más), mientras que la de los brasileños blancos pasó del 8 % al 32 % (cuatro veces más). Si las tendencias continúan así, la diferencia en las tasas de matriculación por raza podrían reducirse significativamente en las próximas décadas. Sin embargo, dos factores indican que esta tendencia podría ser pasajera. En primer lugar, las políticas de discriminación positiva tienen un alcance limitado. Solo se aplican a las universidades públicas, que están entre las mejores de Brasil, pero representan menos de una cuarta parte de la matrícula total en la actualidad.

​ En segundo lugar, los niños negros van a la zaga de los blancos en todos los indicadores de aprendizaje disponibles. En todos los cursos escolares, los niños negros obtienen peores resultados en general, en comparación con los niños blancos de un entorno socioeconómico similar, e incluso dentro de la misma escuela. Si no se soluciona este problema, no hay muchas esperanzas de que las diferencias raciales en las admisiones universitarias y los ingresos converjan en el futuro.

Jean Baptiste Debret, *La cena*, 1839. Itaú Cultural Jean Baptiste Debret, La cena, 1839. Itaú Cultural


TOMAR MEDIDAS

Para resolver la desigualdad racial habrá que actuar en varios frentes. En primer lugar, los estudios demuestran que las diferencias de aprendizaje empiezan mucho antes de que inicie la asistencia a la escuela, incluso antes de que nazcan los niños. Con niveles más bajos de apoyo a las mujeres negras embarazadas y en entornos domésticos y preescolares menos estimulantes, los niños negros entran a la escuela en desventaja. Por ello, las políticas públicas deben mejorar el acceso de las familias negras a la sanidad y a la atención infantil.

​ En la escuela, la discriminación racial dificulta aún más el desarrollo de los niños negros. Las bajas expectativas de los profesores, el acoso escolar y la forma en que los padres responden a los estereotipos raciales negativos contribuyen a este escenario. Para reducir estos problemas, las escuelas deben actuar en dos frentes. En primer lugar, deben poner en marcha programas daltónicos que beneficien sobre todo a los alumnos de bajo rendimiento, como las clases particulares. En segundo lugar, la enseñanza antirracista debe formar parte integral de los planes de estudio de las escuelas.

​ Ampliar las acciones afirmativas de las dos maneras también podría ayudar a superar dos problemas distintos. En primer lugar, el gobierno puede diseñar incentivos para que las universidades privadas reserven algunas matrículas para estudiantes negros, complementando las políticas actuales que solo cubren a las universidades públicas. Los beneficios podrían incluir el acceso preferente a subvenciones, préstamos estudiantiles y exenciones fiscales para las instituciones que cumplan estas normas. En segundo lugar, el gobierno puede ampliar la discriminación positiva en el empleo en empresas privadas que obtengan contratos públicos. Este tipo de normativa se aplicó con éxito en Estado Unidos y puede ser una herramienta importante para luchar contra la discriminación en el mercado laboral.

​ Reconocer un problema es el primer paso para resolverlo. Brasil ya ha desmontado el mito de la democracia racial, pero aún queda un largo camino por recorrer a la hora de diseñar políticas públicas eficaces para abordar la desigualdad racial.

Este texto apareció originalmente en Americas Quarterly. Se reproduce con permiso de la publicación.

Imagen de portada: Jean Baptiste Debret, La cena, 1839. Itaú Cultural

  1. “Senado aprova atualização da Lei de Cotas”, Senado Notícias, 24 de octubre de 2023. Disponible aquí