La siguiente selección de dibujos fue parte de una instalación gráfica narrada desde un pasado posible y los falsos recuerdos creados por la memoria paramnésica del autor. Es una historia geométricamente organizada por la mezcla entre ficción y realidad, influida por los álbumes fotográficos de su familia. La serie conceptualiza diferentes afecciones, partiendo de la estética de la representación fotográfica como una proyección de memoria personal. En las imágenes reinterpretadas no existe la moraleja como tal, ni una respuesta a los supuestos estados de frustración donde el protagonista descarga sus deseos de ser alguien distinto. En ellas deconstruye síntomas y estados de conciencia imposibles de aceptarse, perdidos entre la ira y la resignación, pero con ánimos de fantasear una otredad a partir de la transformación de su propia imagen y el registro de lo que su memoria e imaginación le permiten vislumbrar como posible.
Pasado que nunca fue actual, un antes sin fecha, la forma pura de la anterioridad: he aquí los caracteres estructurales del tiempo que corresponde a lo posible. Paolo Virno
Mi hermano y yo nacimos en 1969. Creo recordarnos a ambos empujando para salir al mismo tiempo; por supuesto, fue Max quien con toda su fuerza conoció primero el mundo.
Mis padres inmigraron al país en 1928. Mi madre, una bella helvética, eligió incomprensiblemente a un gordo como su esposo.
Aquí mi madre y Max, el primogénito, el fuerte.
De mi padre recuerdo poco. Comía todo el tiempo. Afortunadamente se marchó pronto.
Mis “nanos” siempre cuidaron de mí. Aquí ellos llegando de Hungría.
Por insistencia de mi nana hice mi primera comunión.
El nombre de la familia era conocido gracias a varios intelectuales que por generaciones han sido de suma importancia para la comunidad.
Otro gran número de miembros de la familia ha trabajado para la industria petrolera local, heredado sus plazas y perpetuado la presencia de la familia en la empresa.
Yo, por mi parte, nací para ver pasar la vida.
Max, mi hermano; él nació para amar.
Mi prima María, la afortunada. Aquí, con su vestido morado; al fondo, el tío Vania.
María era no sólo bella: era genial, era sensual.
En el amor infinito, correspondido, compartido, parecía no haber nubarrones.
Los textos y las imágenes fueron parte de la exposición individual del artista Las 400 vueltas, curada por Roberto Barajas, que tuvo lugar en Museo Ex Teresa Arte Actual de agosto a octubre de 2012. Imágenes cortesía del artista.