¡Sin, Nanna gloriosa,
Sin, sin igual que haces lucir las cosas;
que al mundo le otorgas tu luz,
y vas guiando a los hombres en las tinieblas,
Luces radiante en el cielo; luces cual luciente antorcha!
Cuando te miran los hombres, se inundan de gozo y brío.
Anu, gloriosa, cuyos intentos nadie sabe:
igualas en esplendor al reverbero de Shamash, que es
[tu hermano mayor.
Ante ti se rinden todas las deidades; ante ti se formulan
[todos los decretos.
Se reúnen en asamblea los dioses ante tu luz
y esperan en la calma nocturna hallar paz y verdad…
Cuando te oscurece el eclipse es la hora
[más favorable para el oráculo.
Y cuando mueres al fin de tu mensual jornada,
Yo ante ti me arrodillo; yo ante ti me postro.
Concede lo que ansío, que es de tu justicia.
Fragmento escrito en tablillas dobles, procedente de la biblioteca de Asurbanipal, en Asiria. Anónimo, “Sumeria: Himno a la Luna”, A. M. Garibay (trad. de L. W. King, Babylonian Magic and Sorcery, 1896) en Revista de Bellas Artes. La Luna, especial a cargo de José Luis Martínez, núms. 28-30, 1969, p. 73. Disponible aquí.
Imagen de portada: Julie de Graag, Maannacht (detalle), 1920. Rijksmuseum Collection