editorial Drogas ABR.2020

Editorial

Guadalupe Nettel

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Los seres humanos hemos encontrado siempre en las plantas, los hongos y hasta en los animales las sustancias apropiadas para curar nuestras enfermedades, tanto del cuerpo como del alma. Ya en las cuevas de Tassili, Algeria y Altamira, España, se han visto representaciones de hongos alucinógenos otorgando poderes a sus consumidores. También en los poemas antiguos hay referencias a brebajes embriagantes que alegran los sentidos y propician el conocimiento. Desde los yaquis hasta los mapuche, los pueblos de este continente utilizan en sus rituales sagrados diferentes lianas, cactus o el sudor de algunos batracios. Sin importar a qué cultura pertenezcamos o cuáles sean nuestros credos, las experiencias, incluso las visiones que los enteógenos provocan son las mismas o al menos muy semejantes, pues el cerebro humano cuenta con los receptores necesarios para estimularse, y cuando esto sucede se produce una suerte de éxtasis místico. México es el territorio que mayor variedad de plantas alucinógenas tiene. Gracias al arte huichol y a los chamanes de Huautla, pero también a las canciones que en la época de la Revolución celebraban la ingesta de marihuana, las drogas están presentes de muchas maneras en nuestro imaginario. Hace décadas que el narcotráfico y la violencia que suscita aparecen reflejados ad nauseam en nuestras expresiones culturales. Pensemos por ejemplo en las películas de Everardo Castillo y Carlos Reygadas, pero también en los narcocorridos y en los exvotos para el santo Malverde. Por la importancia y omnipresencia del tema, hacer un número sobre drogas resultaba insoslayable. En esta edición, la Odisea convive con poemas de Nezahualcóyotl, mientras que Enid Blyton dialoga con Rosario Castellanos y Susan Sontag. En su ensayo “El texto drogado” Luigi Amara hace un recuento de escritores cuyas obras narran experiencias de intoxicación —casi siempre intencionales— y establece una biblioteca de libros imprescindibles sobre el tema. Sonia Weiss, Alí Cortina y Michael Pollan describen las inmensas aportaciones de sustancias como la mescalina o la psilocibina para la psiquiatría y la farmacología modernas. En una bellísima crónica personal, titulada “Un invierno bajo tierra”, Daniel Saldaña París relata su adicción a la morfina y los subterfugios a los que recurrió para conseguir ese poderoso analgésico. En “Drogas de nuestras vidas” Maia F. Miret recuerda que alimentos en apariencia inofensivos como el café, el azúcar o la grasa también producen adicciones y alteran nuestros estados de conciencia. En el cómic de este mes, Bef, el conocido narrador y dibujante, nos cuenta el origen de la filosofía “straight edge”, cuyos adeptos evitan cualquier estupefaciente. José Antonio Guevara Bermúdez describe la relación tan estrecha que existe entre la prohibición de la marihuana y la importación de armas desde Estados Unidos, mientras que Jorge Javier Romero Vadillo explica por qué resulta tan difícil cuantificar la descomunal aportación del narcotráfico a nuestra economía. ¿Qué hay del tema de la salud y de las políticas públicas? ¿Están logrando sus objetivos disuasorios y proveyendo el apoyo que los adictos necesitan? Jorge Hernández Tinajero y Carlos Magis responden categóricos a esta última pregunta. Desde Moisés hasta los Beatles, pasando por María Sabina, Andy Warhol, Lewis Carroll y Nina Simone, las drogas han jugado y siguen jugando un papel fundamental en el arte, los rituales sagrados y las distintas medicinas del mundo. Por eso, no es difícil vaticinar que, a pesar de los intentos y esfuerzos de los gobiernos por penalizar su consumo, seguirán a nuestro lado. Si comparamos la cantidad de vidas que se han extinguido a causa de las drogas y las que se cobra diariamente la “guerra” contra ellas, la desproporción es inmensa. El sistema condenatorio y punitivo, puesto en marcha a mediados del siglo XX, no sólo ha fracasado, sino que ha tenido efectos desastrosos para la sociedad. Conviene informarnos y diseñar una manera efectiva de gestionar el consumo de estupefacientes. La cuestión, entonces, no es si lograremos erradicar las drogas algún día, sino descubrir la manera más armónica de convivir con ellas.

Imagen de portada: Cartón de LSD. Imagen de Romina Hernández, 2008.