crítica Migraciones ABR.2025

Absalom García Chow

La clase de griego, de Han Kang

La clase de griego de Han Kang o de la mayéutica posmoderna

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Originalmente publicada en 2011, La clase de griego fue la quinta novela de la escritora surcoreana Han Kang, que salió por primera vez en español en 2023. Al igual que sus otras cinco novelas, la trama se centra en seres frágiles, vulnerables y vulnerados, a los cuales creemos extraños y ajenos, pero que, en realidad, representan a todos los seres humanos (“hypocrite lecteur —mon semblable— mon frère”, dice Baudelaire). Por su temática tal vez es la más “occidental” de sus novelas —pienso en Borges, Platón, el griego antiguo—, aunque el significado de todas ellas siempre trasciende la monosemia del paisaje intimista, el aislacionismo de los traumas personales o la historia nacional.

​ A diferencia de la polifonía de La vegetariana (2007) y Actos humanos (2014), La clase de griego está estructurada como un diálogo, imperfecto e interrumpido —artilugio diegético que repite en Imposible decir adiós (2021)—, entre dos desconocidos, a los cuales separa, durante casi toda la novela, el “metal desnudo” de una espada. La metáfora está tomada del epitafio de la tumba de Borges en Ginebra.

​ La Academia Sueca, al otorgarle el Premio Nobel de Literatura 2024, calificó su prosa de “poética”; tal juicio, sin embargo, es lo mismo que decir que su poesía es prosaica, pues según Roland Barthes (El grado cero de la escritura), hay una carga virtual de poesía en toda expresión. La singularidad del lenguaje de Han Kang es difícil de precisar: hay que buscarla ahí donde aflora la intraducibilidad que, a mi manera de ver, es uno de los ejes que estructuran La clase de griego. Esta intraducibilidad la percibe, involuntaria y ocasionalmente, el lector americano al leer el español peninsular de la traducción; y seguramente, la autora también la experimentó cuando recurrió a un traductor para las palabras o frases del griego antiguo que presenta en la novela. A su vez, los personajes la viven premeditadamente al lidiar con la didáctica más tradicionalista de una lengua milenaria: “Leamos todos juntos […] Emós, heméteros; mi, nuestro —leen los tres alumnos en voz baja con timidez– sos, huméteros: tu, vuestro”.1

Todas las citas pertenecen a la edición de Han Kang, La clase de griego, Sunme Yoon (trad.), Penguin Random House, México, 2023. 

​ El griego antiguo es la forma escrita del griego ático, uno de los tres dialectos que, por diferentes causas históricas y culturales, se impuso a los otros que se hablaban en la antigua Grecia y sus colonias. Esta forma se codificó con el paso de los siglos, especialmente durante el periodo bizantino. Hasta hace algunas décadas, a las niñas, niños y adolescentes griegos se les enseñaba a escribir una variante de este lenguaje, la katharévousa, aunque hablaban dimotikí, que es lo que actualmente llamamos griego moderno.

​ En las aulas de la UNAM, el griego antiguo se enseña, en la mayoría de los casos, siguiendo el método gramática-traducción, que es el principal referente a lo largo de La clase de griego. A pesar de las justas y merecidas críticas, y la aparición de nuevas metodologías tomadas de la enseñanza de las llamadas lenguas vivas, este método no es totalmente obsoleto. Ciertamente, no es suficiente con traducir textos clásicos, pero tampoco lo es intentar volver oral un lenguaje literario. Thomas de Quincey (Confesiones de un opiómano inglés) encontró útil traducir periódicos al griego antiguo.

Portada de la revista Repatriación, 1976. Archivo Histórico y Literario Griego (ELIA) CC 4.0.

​ La protagonista de La clase de griego sufre, al momento en que inicia la novela, de una afasia temporal, malestar que había padecido en su adolescencia y que se curó cuando vio escrita en el pizarrón la palabra bibliothèque mientras tomaba una clase de francés. Ella recurre al griego antiguo para intentar sanarse nuevamente. “Si hubiera habido un curso de algún otro idioma que usara una escritura todavía más exótica que el griego, como birmano o sánscrito, se habría matriculado sin el menor titubeo.”

​ El protagonista es un profesor de griego que está a punto de quedarse ciego. Cuando era joven, “pero no tan joven como para aprender a la perfección el alemán”, su familia se mudó a Alemania y ahí, cursando el gymnasium, aprendió griego: “no tenía nada de especial que un chico asiático fuera bueno en matemáticas, pero el griego era diferente, puesto que mis compañeros que eran buenos en latín se desesperaban con el griego”.

​ La inspiración para la historia, como leemos en la novela, fue la relación entre Borges y María Kodama. “La hermosa y joven mujer de ascendencia japonesa que fuera su secretaria se casó con Borges cuando éste tenía ochenta y siete años y compartió los últimos tres meses de vida del escritor”. Sin embargo, La clase de griego va más allá de esta anécdota biográfica para situarse en los linderos de la fábula filosófica y el oxímoron existencial, cuya premisa parece ser que el lenguaje nos separa del mundo. Al terminar la obra, no sabemos si esto es una bendición o una condena.

​ La presencia de Platón en la novela y la reflexión de Han Kang acerca del lenguaje nos hacen pensar en la deconstrucción. Derrida (La diseminación) se apoyó en el filósofo griego para enfatizar los defectos históricos del pensamiento occidental; sin embargo, el profesor de griego del relato —licenciado en filosofía por una universidad alemana— no admira tanto las ideas, sino la lengua del ateniense: “cuando leemos a Platón, saboreamos la belleza de una lengua arcaica que alcanzó su cenit hace miles de años […]. Dicho de otra manera, el griego que manejaba Platón era como una fruta madura y plena a punto de caer del árbol”.

​ Nadie duda de la maestría de Platón en el uso del griego ático, pero la idea de decadencia nunca ha beneficiado a ninguna lengua. En el Crátilo, expone la teoría de que las palabras se llenan de herrumbre por el paso del tiempo y declara que es la labor del filósofo devolverlas a su esplendor original, ya que todas ellas fueron creadas concienzudamente por el nomothetes. La protagonista de La clase de griego, por su parte, sueña palabras, como la divinidad platónica:

ella soñó con una palabra única que sintetizaba todas las lenguas. Fue una pesadilla tan vívida que se despertó con la espalda empapada en sudor. Se trataba de una palabra sólidamente comprimida por una densidad y una fuerza gravitatoria descomunales. En el instante en que alguien la pronunciara, esa lengua explotaría y se expandiría como la materia de los tiempos primigenios […]. Apretando los dientes al acordarse de esa sensación gélida y escalofriante, ella escribe: διεφθάρθαι.

Cartel El pueblo libre, siglo XX. Archivo Histórico y Literario Griego (ELIA) CC 4.0.

​ La palabra que anota es “morir” o, según le explica el profesor de griego, morir para sí mismo, es decir, suicidarse, ya que es una voz media. El suicidio de una lengua… Ni siquiera Platón se atrevió a pensar en ello, aunque sí habló, en El sofista, de la escandalosa imperfección de una lengua en la que se podían yuxtaponer, amparadas por la gramática, palabras totalmente contradictorias como τὸ μή εἶναι ἐστί, “el no ser es”, o τὸ εἶναι οὐκ ἐστί, “el ser no es”; tal posibilidad ponía en jaque toda su metafísica y lo hacía sentir un malestar ontológico.

​ El profesor de griego no sospecha la afasia de su alumna y ella, a su vez, no sospecha la ceguera del maestro; el griego antiguo y Platón son su único medio de comunicación en buena parte de la novela. En uno de los capítulos intermedios, aparece el siguiente texto. “¿Qué es? ¿Una poesía en griego?[…]¡Profesor! […] ¡Mire la poesía que ha escrito en griego!”

ἐπὶ χιὸνι ἀνήρ κατήριπε. χιών ἐπὶ τῇ δειρῇ. ῥύπος ἐπὶ τῷ βλεφάρῳ. οὐ ἔστι ὁρᾶν. αὐτῷ ἀνήρ ἐπέστη. οὐ ἔστι ἀκούειν

​ En la larga —larguísima— historia de la lengua griega nadie ha proferido tales sintagmas; la traducción al coreano, de la cual depende la traducción al español, ¿será otro recurso narrativo?

Alguien está tendido boca abajo en la nieve. En su garganta, nieve. En sus párpados, tierra. No puede ver nada. Alguien está de pie a su lado. No se oye nada.

​ Es, más bien, coreano vertido al ¿griego antiguo? Si la misma Han Kang no nos advierte que alguien la ayudó con la traducción, podría pensarse que el texto lo hizo un algoritmo. Nietzsche, en Más allá del bien y del mal, elogió aforísticamente el descuido de Dios al momento de escribir el Nuevo Testamento, pero el griego de este pasaje va más allá de un descuido.

​ Las palabras se unen extrañamente, su sintaxis aparenta normalidad pero, analizada con detenimiento, es una sintaxis bárbara, es decir, un balbuceo porque, según cuentan los etimólogos, así escuchaban los antiguos griegos —¿sólo los antiguos griegos?— cualquier otro idioma que no fuera el suyo. Tal balbuceo, sin embargo, es significativo, pues trata de comunicar una angustia sincrónica mediante una forma diacrónica. El valor del texto está en lo que intenta lograr, es decir, en su σκοπός (objetivo), esto es, comunicar una metáfora.

​ Se pueden generar muchas hipótesis acerca de lo que significa para la protagonista, pero, claramente, para la autora, la metáfora de la blancura de la nieve es una obsesión (Blanco, 2018; Imposible decir adiós, etc.) que está en el centro de su poesía, porque, podemos decir, antes que novelista Han Kang es poeta. La elección de la poesía como la forma de expresión de algunos de sus personajes principales —mujeres y niños inocentes, víctimas de la violencia masculina— busca, según afirmó ella misma en una entrevista para la radio italiana (Rai) retransmitida en octubre de 2024, comunicar emociones y responder a la pregunta sobre la esencia del ser humano.

Refugiados griegos en el puerto de Nea Moudania, Turquía, 1922. Wikimedia Commons, dominio público.

​ Los personajes secundarios de La clase de griego —el hijo de la protagonista y el primer amor del profesor de griego— están separados de los principales por actos de violencia física —a veces llevados a cabo por terceros, a veces por ellos mismos— o psicológica, cometidos en el pasado o que están a punto de consumarse en el presente de la diégesis. Una madre que no puede hablar con su hijo, una hija que no volverá a hablar con su madre, un hijo que no volverá a ver a su madre y un hermano que ya no podrá escribirle cartas a su hermana. El lenguaje parece inútil en estos casos.

​ La estrategia diegética diseñada por Han Kang es efectiva y sutil: la historia de la protagonista se narra en tercera persona, aparentando un distanciamiento que se desvanece cuando, como lectores, tenemos acceso a los pensamientos inefables de la protagonista, a sus recuerdos, a las citas textuales de sus composiciones en griego antiguo y a sus reflexiones sobre la gramática de la lengua. Por otro lado, la historia del protagonista se narra de forma epistolar, con cartas dirigidas a su hermana. El “tú”, confesó Han Kang en otra entrevista para la Rai transmitida en 2024, es como una flecha que atraviesa al lector. El diálogo con el presente de la protagonista y el respectivo con el pasado del profesor de griego, dan paso, en las páginas finales, a una conversación entre los dos personajes, en el tiempo presente. La novela termina con un monólogo, con un poema.

​ Es tentador suponer que Platón es la clave interpretativa de la novela: “en cierto modo, en su mundo todo estaba al revés. Es decir, pensaba que él estaba despierto y no soñando, pues no creía en la belleza de las cosas reales, sino sólo en la belleza en sí, una belleza absoluta que no puede existir en la realidad”. En el clímax, el profesor de griego tropieza y cae a un sótano, sus lentes se rompen y queda en completa oscuridad; la alumna lo ayuda a salir. Es una especie de katábasis, que hace recordar el mito de la caverna y esa ceguera temporal que, según el filósofo, provoca la contemplación de la deslumbrante Verdad.

​ No conozco ninguna entrevista donde Han Kang hable de La clase de griego, pero creo que la ilusión de la interpretación platónica se desvanecería, del mismo modo en que, en una de las entrevistas mencionadas, la escritora disipó, con una referencia a la literatura coreana, la supuesta influencia de Ovidio y Kafka en La vegetariana. Ahí también afirmó:

Sinceramente, no sabría decir si la literatura es capaz de eliminar los traumas, pero pueden ser comprendidos y fijados, podemos recordarlos, podemos celebrarlos y podemos interrogarlos a propósito de nuestro presente como seres humanos, y entonces podemos preguntarnos cómo podemos ser mejores en el futuro. Estoy convencida de que el papel de la literatura es permitir hacernos preguntas, nos permite comenzar a interrogarnos.2

La entrevista puede escucharse aquí: Graziano Graziani, “Atti umani, di Han Kang”, Fahrenheit, Rai, 4 de octubre de 2017 (retransmitido el 10 de octubre de 2024), disponible aquí

Han Kang, La clase de griego, Sunme Yoon (trad.), Penguin Random House, México, 2023.

Imagen de portada: Refugiados griegos en el puerto de Nea Moudania, Turquía, 1922. Wikimedia Commons, dominio público.

  1. Todas las citas pertenecen a la edición de Han Kang, La clase de griego, Sunme Yoon (trad.), Penguin Random House, México, 2023. 

  2. La entrevista puede escucharse aquí: Graziano Graziani, “Atti umani, di Han Kang”, Fahrenheit, Rai, 4 de octubre de 2017 (retransmitido el 10 de octubre de 2024), disponible aquí