Los anónimos de siempre disparan en la noche a la que no se puede entrar de la que no se puede salir coto de caza y placer de las hienas Los leones mismos se pervertirían si tuvieran como ellas [la exclusividad de la selva.
Suenan esos disparos como algodón en los oídos
empapados de nuestra sordera son el éter que nos trae
[la noche
y henos aquí tendidos en nuestros lechos de operaciones
Mañana habrá muertos, eso es todo
Mejor que se guarden la noticia
por sus prontuarios no los conoceréis.
Un coto de caza del tamaño del país
para que no haya que darle explicaciones a nadie.
Se descansa en la prohibición de entrar en la zona de peligro
el corazón, órgano del miedo, funciona bien bajo las balas
[del éter
Dormir en paz, ya que no lo hacen los muertos.
Estas líneas fueron escritas
con el canto de la goma de borrar.
Tomado de Enrique Lihn, Porque escribí, Fondo de Cultura Económica, Santiago, 2017, p. 341.
Imagen de portada: Cadáveres de soldados en Galípoli, 1915. Fotografía de Charles Snodgrass Ryan. State Library of New South Wales