Las relaciones de dominación y poder son producto de la interacción entre diversas estructuras opresivas y configuran lenguajes y signos que brindan o despojan de identidad a diversos sectores sociales. Por esa razón, el arte se vuelve un terreno de resistencia, pues mediante él es posible cuestionar estructuras sexistas, racistas y coloniales asumidas como estáticas. Esto es particularmente cierto en Centroamérica, una región atravesada por la experiencia de la guerra y la dictadura, y por procesos de aculturación que han intentado borrar las culturas indígenas y afrodescendientes.
Marilyn Boror Bor es una artista guatemalteca indígena maya-kaqchikel, que aborda la complejidad de estos temas en su trabajo, en el que explora el lenguaje, el patriarcado, y la influencia del colonialismo y la globalización en la identidad y los territorios indígenas mayas. A través de sus obras, relata su experiencia como indígena landinizada y evidencia el poder del uso y olvido de las palabras como detonantes de significados culturales.1
En Kaqchikel-Slash-Kaxlan, Boror muestra cómo el uso del lenguaje es un sello que separa y clasifica, que pretende dar y mantener un orden social, configurando lo que se percibe como lo otro, lo ajeno. Asimismo, devela el racismo y clasismo al dejar ver cómo la gente adopta unas identidades sobre otras mediante la selección de palabras.
Por otro lado, en Deshabitar el cuerpo y Diccionario de objetos olvidados, expone cómo el olvido del lenguaje propicia la desaparición de culturas enteras. Hay una pérdida de identidad y de saberes cuando aquellos que pertenecen a comunidades indígenas se ven forzados a asimilar el idioma y la cultura dominantes. Sin embargo, siempre hay resistencia, como la que existe frente a la avasalladora globalización que borra otros saberes, evidente en la serie Ancestras, o frente al desplazamiento territorial en Peinar las raíces II.
Todas las imágenes son cortesía de la artista.