We are open and vulnerable to sound Jay Allison
En su ensayo para el libro colectivo Reality Radio: Telling True Stories in Sound, el escritor Rick Moody cuenta la historia de la primera transmisión trasatlántica de ondas radiales. El 12 de diciembre de 1901, el ingeniero italiano Guglielmo Marconi afirmó haber escuchado tres sonidos cortos que venían del otro lado del Atlántico y que significaban una “s” en código morse. El problema es que los científicos de hoy afirman que eso no pudo haber pasado. Con las características del equipo y la transmisión de Marconi, la física nos dice que es posible que la onda cruzara los más de 2 700 kilómetros que separaban al emisor del receptor. Sabemos también que Marconi estaba endeudado y necesitaba que su invento funcionara. En su texto, Moody es benévolo en su interpretación de los hechos y sugiere que Marconi probablemente sí escuchó esos tres tonos, pero se trató de sonidos imaginados. Para el autor, esto revela algo fundamental: el sonido no es un medio ideal para transmitir información, sino que su función es despertar la fantasía. Lo que escuchamos se desvanece una vez que entra a nuestros oídos. Es distinto al texto, en el que podemos regresar a la línea anterior si hay algo que no entendemos; también difiere del cine o el video, donde la imagen glosa todo lo que se escucha. El audio sirve para otra cosa.
Contar en audio
Cuando digo que me gustan los pódcast, estoy haciendo una declaración inexacta, pues sería como decir que me gusta la comida. Nadie pensará que me refiero a toda la comida por igual. De igual manera, soy parcial a cierto tipo de narración sonora, no importa si la encuentro por internet o en la radio; se trata de producciones que empiezan con el registro de la realidad, parecidas a documentales, pero que a partir de ese punto hacen algo más. Quizá sea contradictorio afirmar que las mayores posibilidades del audio están en lo imaginativo para luego decir que las narraciones sonoras que más me interesan son las que tienen como base lo objetivo y la no ficción. Pero ahí viene la segunda cualidad fundamental: se trata de un medio íntimo por naturaleza. Escuchar la voz humana, un sonido específico que llega a tus oídos, idealmente en audífonos, te conecta de inmediato con las emociones. Para lograrlo —registrar la realidad y conseguir una conexión íntima con quien escucha— hace falta una gran comunidad que grabe, produzca y comparta narrativas sonoras. En México son limitados los espacios donde se llevan a cabo este tipo de experimentos. El crecimiento de la industria del pódcast y la llegada de productoras trasnacionales ha traído más contenido sonoro, pero por lo general responden a una lógica de mercado en la que parece importar más tu número de seguidores o si vas a hablar de algún chisme famoso. En contraste, los medios públicos nacionales de otros países cumplen un rol importante al formar y cultivar a nuevos creadores.
El mayor tesoro al hacer una pieza no son las grabadoras o los micrófonos caros, sino una voz honesta hablando de algo real para ella —en el sentido profundo de la palabra. Pueden ser grabaciones familiares registradas décadas atrás, mensajes de voz enviados por celular en un momento difícil, una entrevista donde alguien se siente escuchado profundamente. Es decir, lo importante para conectar con les oyentes no es una producción ostentosa, sino crear desde la intimidad que surge de la atención a las palabras de alguien más. También registrar lo que pasa alrededor, experimentando con música, sonidos, repeticiones, combinaciones, mezclas, efectos y demás que consigan construir una pieza que sea más que la suma de sus partes. Con esto en mente, destacaré tres momentos de la narración sonora independiente en México de los años recientes.
La FIFA en vacaciones
En 2016 alguien me pasó un enlace para escuchar los cinco episodios de este proyecto de Dani Escamilla. Dani es artista y radialista. En la actualidad es el creador de “Poner junto: laboratorio radiofónico de investigación en compostaje urbano”, en Radio Nopal. En 2015 decidió publicar lo que llamó una “investigación radiofónica” sobre futbol y estudios de la cultura. Constituye una escucha rápida (toda la serie no llega a una hora) y extraña: cada episodio abre con la voz monótona anunciando el título del episodio, seguido de una canción chistosa. Se trata de ensayos mezclados con narración histórica y tienen una propuesta estética minimalista: la voz, música y algo de archivo sonoro. La monotonía en la dicción intenta restar emotividad a lo que se está contando, pero la minucia de los datos, la forma en que vincula el futbol con el arte o con otros sucesos sociales revelan cuánto le importa a Dani hablar de esto.
La voz de la calle
A principios de 2017, la organización Mi Valedor, que trabaja con personas vulnerables, en riesgo o en situación de calle, les ofreció un taller de radio comunitaria impartido por Liliana Ramírez, socióloga de la UNAM, y Sergio Campos, sociólogo de la Universidad de Chapingo. De ahí salió “La voz de la calle”. Aunque la serie tiene una producción radiofónica más convencional (presentadores, efectos de sonido, música, entrevistas) las diferentes capas de producción revelan un experimento muy significativo. Lo primero es la voz de los valedores y las valedoras: presentan el programa, reflexionan, entrevistan y llevan la narración. Ninguna voz sobresale por encima de las otras: es toda la comunidad narrándose a sí misma. Cada episodio gira alrededor de un tema que les interpela: la lluvia, el amor, los albergues, reciclar, el frío, la policía, etc. Muestran un poco de su mundo, ya sea a través de una entrevista de un valedor a otre, o en el sonido urbano o en las canciones que presentan. Lo dice la descripción de la serie: “Aquí expresamos nuestro sentir, nuestro vivir como valedores. Quizá sirva para recomponer el tejido social, para entender este mundo invisible para la mayoría”. Se publicaron en total 28 episodios.
CUIR: Historias disidentes
En 2018, Erick Yáñez lanzó una convocatoria: buscaba personas que comprendieran “la importancia de las historias y cómo moldean nuestra realidad”. La idea era hacer un pódcast narrativo independiente. Erick acompañaría a les nueves productores (produciendo, tallereando, editando) en el proceso de elaborar sus historias. Todo sería financiado por él mismo y con el apoyo de “Esto no es radio”1 como distribuidora del pódcast.
En junio de 2019 se estrenó el primer avance de “CUIR: Historias disidentes” y al siguiente mes Erick publicó un episodio introductorio a la serie; una especie de manifiesto del proyecto: “Este pódcast es para ti, porque tienes oídos y porque quieres escuchar”. Solo tienes que abrir los oídos y sumergirte en trece historias contadas en primera persona, hablando desde la experiencia y con un diseño sonoro cuidado, envolvente. CUIR explota las posibilidades expresivas de la creación sonora.
La segunda temporada llegó en mayo de 2021, con una producción más compleja y ambiciosa. Algunos episodios presentan más de una historia, como el especial de día de brujas (“Teatro de medianoche”) y tienen formatos más experimentales, como “Instrucciones para ir al baño”. CUIR, es de lo mejor que se ha producido en narraciones sonoras independientes en México. Es triste pensar que después de la segunda temporada no haya podido conseguir apoyo para una tercera.
Después de analizar estos casos puedo aventurar una observación crítica. No es que en México esté prohibido experimentar con la narración sonora, sino que son casi nulos los espacios y los apoyos para hacerlo. Esto ocasiona que los proyectos que no están pensados para vender anuncios o suscripciones queden fuera del mercado y no encuentren la manera de encontrar públicos para seguir experimentando.
Imagen de portada: Imagen de fabrikasimf en Freepik
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“Esto no es radio” merece su propio texto; por ahora solo diré que es pionero y un referente dentro de la narración sonora independiente en México. ↩