Álbumes conceptuales

Éxodos / crítica / Febrero de 2018

Graciela Martínez Corona

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El álbum conceptual es una figura a la que han recurrido diversos artistas para tratar de darle mayor cohesión a sus obras, en lugar de ser canciones sin relación entre sí. Se caracteriza básicamente por tener una idea o concepto central, ya sea narrativo, instrumental o de composición, que atraviesa y unifica toda la obra. Para muchos, el primer álbum conceptual fue el Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band de los Beatles, que apareció en 1967.

Thick as a Brick: Jethro Tull


Lanzado en 1972, Thick as a Brick fue el quinto disco de la banda inglesa Jethro Tull y es considerado por los críticos como uno de los álbumes conceptuales más importantes de la historia del rock. Curiosamente, surgió como una respuesta irónica, una especie de burla a la veneración por este tipo de álbumes. Aqualung, el disco anterior de la banda, fue considerado por la crítica como conceptual. Esto molestó a los integrantes del grupo, pues no era su intención. Así que Ian Anderson, el líder fundador, decidió que harían “la madre de todos los álbumes conceptuales”. El álbum cuenta la historia de un niño prodigio de ocho años llamado Gerald Bostock. La expresión inglesa “thick as a brick” se refiere a un cabeza dura. El pobre Gerald no se salva. En realidad, toca el tema de aquellos que no están preparados para satisfacer el código del éxito general. Probablemente, la historia de Bostock recrea la infancia del propio Ian Anderson. Con sensibilidad y elegancia, Jethro Tull presenta un solo poema en todo el disco. El sonido único de la flauta trasversa de Anderson —quien tomó la técnica de respiración circular de Roland Kirk que permite al instrumentista no hacer altos para respirar a la hora de hacer sonidos muy largos—, imprime un halo de dulzura a toda la obra. A pesar de estar pensado como una mofa, percibo más juego que burla, más alegría que chiste. Escucharlo me llena de ánimo. La escritura de Anderson tiene momentos excelentes, frases hermosas que llevan la música a solidificarse más. Proyecta su ascendencia escocesa en atmósferas celtas y hay algo en el timbre de su voz que suena a tierra. Todo lo volátil y “viajado” del estilo aterriza con ligereza. Es una pieza que me conmueve siempre.

The horses stamping, their warm breath clouding In the sharp and frosty morning of the day.

Skylarking: XTC


Los hijos adolescentes de una amiga de mis papás me paseaban los fines de semana con sus cuates. Ella, que tendría unos 17 años y era un forro, sufría porque tenía un enamorado que la asediaba. Como muestra de amor, él le había prestado un disco que ella tenía arrumbado por allí: Drums and Wires de los ingleses XTC. Un día lo puso y me encantó. Al ver el desinterés que tenía por la “ofrenda musical”, le pedí que me lo prestara. Aceptó con alivio. Me dijo que lo cuidara, qué tal que lo tuviera que regresar. Imagino que el amigo en cuestión se dio cuenta de que ni con XTC conseguiría nada; entonces, como anillo de compromiso rechazado, pidió el disco de regreso. Para ese momento, el disco ya era mío, o eso sentíamos él y yo. Lo regresé, pero dejó huella para siempre. XTC era un grupo muy poco conocido, nadie sabía de él. Pasaron los años. En un viaje a Canadá me topé con el lanzamiento de Sky­larking. Ha sido la primera compra musical que siento como un logro. Ésa y un cassette que compré de The Fixx, otra banda que me encantaba y que sólo tuvo dos rolas que pegaron en los ochenta. Skylarking es una joya conceptual. La esencia del pop de alto nivel. El tema: un día de campo en pleno verano, seguramente después de haber fumado mariguana. No hay más complicaciones. ¿La cualidad?: este disco es un personaje abstracto, en la simplicidad del tema lleva la complejidad de la experiencia. Me gusta su falta de aspiraciones temáticas; esto permite la entrada a lo que sea, lo que nos guste, lo que nos ponga en una situación hipotética de placer y juego. Y funciona muy bien, porque se concentra en la experimentación, tanto musical como poética. Nos permite imaginar todo lo que podemos hacer tirados en el pasto… verde, rojo o morado, y como buenos ingleses, el sentido del humor está presente todo el tiempo. Los integrantes de XTC definitivamente son hijos de los Beatles.

Sketches of Spain: Miles Davis


Lanzado en 1960 después de cinco años de grabaciones en estudio, Sketches of Spain expresa el espíritu audaz y curioso de Miles Davis y Gil Evans, quienes crearon un álbum al mismo tiempo sumamente intelectual y apasionado. Precedió a Kind of Blue, una de las grabaciones más importantes de la historia de la música contemporánea y obra maestra de Davis. Disonancia e improvisación, dos características del jazz, van de la mano con los antecedentes árabes de la música española y, claro, del flamenco. Reconozco que lo que Miles hace con las piezas de Joaquín Rodrigo y Manuel de Falla me parece interesante, pero desde mi punto de vista la joya del álbum es la “Solea” de Gil Evans. Ahí verdaderamente se siente un espíritu y no un “buen experimento”, ahí están la oscuridad del flamenco y el desdoblamiento al infinito del jazz.

De-Loused in the Comatorium: The Mars Volta


De-Loused in the Comatorium me llegó como un regalo oscuro en el 2003. La banda progresiva lidereada por el cantante Cedric Bixler Zavala y el guitarrista Omar Rodríguez López, lanzaba su primer álbum con concepto describiendo la experiencia de Cerpin Taxt, un joven que entra en coma después de ingerir una sobredosis de morfina y veneno para ratas. Ambos músicos se fusionaron. Se escuchan las raíces chicanas de Bixler Zavala a la hora de cantar, quien además tiene un instrumento vocal muy particular con unos agudos impresionantes. Y las influencias del progresivo, rock, latin jazz, etcétera, suenan en la guitarra de Rodríguez López. Se nota que crecieron escuchando a Carlos Santana. A pesar de ser un álbum muy pensado, el resultado es intuitivo: el enojo y reclamo de su generación que vive una realidad sumamente hostil y decadente. Y como en la buena música mexicana, los momentos suaves están llenos tristeza, sin maquillaje ni hamburguesas. Me rompe en dos, no hay manera de escapar, es estridente, crudo, adolorido y feroz.
Cuando presentas tu talento con la convicción de una locomotora a toda velocidad, logras lo que The Mars Volta logró en este álbum, dedicado al artista Julio Venegas, quien falleció en 1996.

The Dark Side of the Moon: Pink Floyd


El comienzo: el latido de un corazón mezclado con comentarios, risas… El sonido de una máquina que se acerca… y después, un grito desesperado te avienta a un mar en calma. Siempre pienso en palmeras y ondas de mar en esa parte. Después, la primera frase… “Breath, breath in the air…” y una serie de metáforas existenciales. Alguien corre. Los relojes ensordecen… mi tiempo está corriendo. Me aburría. Ya había corrido alrededor del árbol del jardín, ya había caminado encima de la barda que lo rodeaba. Ya había adoptado suficientes gatos y hablado con suficientes pericos. Se me ocurrió escuchar los discos de mi papá. Uno me impresionaba, era de efectos especiales: sonidos de trenes, aviones, gotas de agua, animales, gente caminando. Cuando me topé con The Dark Side of the Moon de Pink Floyd, los efectos especiales que me habían impresionado, además tenían música, letra, concepto. Esa época coincidió también con un cambio de escuela. Tomaba miles de horas de clases de inglés. Leía letras que contrastaban con esas tardes de escuchar el disco muchas veces. Aunque todo era tranquilidad, sentía el peligro de que se me pasara la vida sin hacer nada.

And then one day you find, ten years have got behind you No one told you when to run, you missed the starting gun.

Y ¿qué hice?, ¿sirvió de algo la advertencia? “The great gig in the sky” podría ser una respuesta a esas preguntas. De allí un salto a “Us and Them”… desolación, falta de control por los sucesos de la vida, la debilidad de uno mismo, deseos y ambiciones que no se concretan. Otras veces, aunque seamos “exitosos”, el sinsentido de la vida nos atrapa en ciertos periodos, a veces cortos, a veces muy largos. Y se puede disfrutar de la ironía de las cosas en la conciencia de la desolación, o correr como el conejo hacia la locura, la fantasía, el placer que genera el simple hecho de desear algo, de decidir creer que la realidad es como quieres que sea. Permitir que los lunáticos lleguen al recibidor de tu casa. Afilar la navaja mientras cierras la cerradura y avientas la llave. Pocas piezas justifican tan bien las risas y los gritos como este álbum de Pink Floyd, lanzado en 1973. Son infinitas las listas de “estos sí son” los mejores álbumes conceptuales de la música. Ahora propongo éstos, sin duda indispensables, para abrir la conversación.