A Mateo, que a sus ocho años se aflige por el estado del mundo.
El tema del cambio climático se ha vuelto cotidiano. Cada vez, la prensa internacional le otorga mayor cobertura, y la investigación científica le dedica una atención creciente. Esto es así porque lo que suceda con el ambiente en los próximos años representará un cambio muy radical para la vida humana y las diferentes sociedades que pueblan el planeta. La vida, tal y como la conocemos, está en peligro de extinción. No se trata de una hipótesis sino de una realidad. En los últimos dos años hemos observado un incremento anormal de incendios masivos, sequías, inundaciones, huracanes. Se dice que en un futuro muy próximo desaparecerán centenas de especies animales y que, tras el aumento de los niveles del mar, se borrarán de la superficie del planeta islas y penínsulas enteras. Es el futuro que anuncian los científicos especializados en cambio climático. Si no detenemos nuestras emisiones de CO2, producidas por el petróleo y el carbón, nuestras principales fuentes de energía, la temperatura no dejará de aumentar. Por más que todos reciclemos, o reduzcamos el uso de plástico, si las emisiones no cesan el desastre será inevitable. Pocos temas causan tanta inquietud y desazón. Y la información que circula al respecto no siempre es confiable o fidedigna. Por eso, la Revista de la Universidad de México convocó a un grupo de científicos, ambientalistas, divulgadores, antropólogos y activistas para que escribieran al respecto. Con los ensayos, entrevistas e infografías reunidos aquí queremos permitirle al lector que se forme una idea clara sobre las causas de este fenómeno, los posibles futuros, la políticas gubernamentales y las medidas que tanto los legisladores como los ciudadanos debemos tomar. También invitamos a poetas, como Antonio Deltoro, Maricela Guerrero y Jorge Gutiérrez Reyna, a artistas e ilustradores, para que complementaran toda esta información con sus visiones personalísimas sobre el tema. En sus ensayos, Raúl Romero y Carlos Mondragón describen la reacción de los pueblos indígenas ante la emergencia climática. Estos pueblos, mucho más en contacto con la naturaleza que los habitantes de la ciudad, conservan saberes ancestrales muy útiles en este momento: entre ellos, la forma de restaurar, proteger y cuidar al ecosistema. Es muy importante, nos dicen estos académicos, que les pidamos consejo. Otro fenómeno, que resalta el físico José Edelstein, es la rebelión organizada por niños de diversas nacionalidades, conocida como Extinction Rebellion o Fridays for Future. Los jóvenes están exigiendo, y con toda razón, que no acabemos con su hogar y que les heredemos un entorno seguro para vivir. Sandra Guzmán, politóloga y ambientalista, describe la sordera del gobierno mexicano respecto a la emergencia climática, nuestra dependencia del petróleo y el carbón, así como la ausencia de un proyecto nacional que nos permita renunciar a los combustibles fósiles. Sabemos que esto no será fácil, el petróleo ha sido durante muchas décadas una de nuestras fuentes principales de ingreso. Pero si esta iniciativa no viene del gobierno es nuestra responsabilidad exigirlo, porque aun si todos los ciudadanos adoptáramos en nuestra vida cotidiana medidas ecológicas y modos de consumo más razonables, no bastaría para detener la catástrofe. También sabemos lo complicado que resulta actuar de manera colectiva y que es más fácil fingir que no pasa nada. Sabemos finalmente que esta situación provoca parálisis e impotencia pero ahora, más que nunca, es urgente que nos organicemos. Querido lector, por más abrumadora y deprimente que te resulte esta edición, y aunque ya estés viendo las llamas desde tu ventana, no te paralices. Todavía es posible cambiar el curso de las cosas, y hay mucha gente movilizándose para lograrlo.
Imagen de portada: Escala de colores que representa el aumento de la temperatura mundial de 1.35 °C entre 1850 y 2018. Con datos de la World Meteorological Organization.