Las herramientas del espía

Espías / dossier / Junio de 2024

Equipo Editorial de la RUM

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El espionaje inicia con un par de ojos alertas, una oreja indiscreta. Esto, sin embargo, no siempre es suficiente. La complejidad de las misiones y lo inalcanzable de sus objetivos han llevado a que, a través de los años, las culturas perfeccionen las herramientas para hurgar en los secretos ajenos.


Una de las herramientas más letales reconfiguradas por los servicios de inteligencia es el humilde paraguas. Ese que se olvida con facilidad en cualquier lado ha servido, con un mecanismo modificado en su interior, para asesinar rivales en la calle. En los setenta la KGB creó un paraguas que en la punta ocultaba un pequeño cartucho de veneno. El disidente búlgaro Georgi Márkov recibió el pinchazo letal mientras caminaba en las calles de Londres.


Durante la Segunda Guerra Mundial, el Sr. Vivian Marten-Gwilliam puso su ingenio al servicio de la causa británica y ofreció a las autoridades un invento singular: la pipa pistola. La idea era permitir a quien la portara disimular que cargaba entre sus objetos una pistola de un disparo único de bala calibre .22. Además, el arma de Marten-Gwilliam se podía emplear como pipa para fumar, lo que le añadía una capa de realidad al subterfugio. Sin embargo, el esfuerzo de guerra no incluyó la producción masiva y el prototipo está en resguardo del Imperial War Museum.


La cámara miniaturizada está presente en nuestra cotidianidad, sin embargo, décadas atrás resultaba una ventaja crucial para la agente que tuviera al alcance uno de estos inventos. Una de las más famosas es la cámara integrada al reloj de pulsera, conocida como Steinbeck ABC. Fue creada en la Alemania de la posguerra. El dispositivo podía tomar ocho fotografías y se accionaba apretando un botón.


Los anteojos son uno de los elementos indispensables para el agente secreto. Gafas oscuras que protegen la mirada y complican la identificación. Pero no solo servían para eso. Según cuenta el International Spy Museum de Washington D. C., existen lentes creados en la década de los setenta cuyos extremos de las patas contenían cápsulas de cianuro. Si los agentes consideraban que estaban a punto de ser capturados o descubiertos, podían morder la pata del lente y liberar el veneno que les ahorraría el sufrimiento de ser presos del enemigo.


No es raro encontrar monedas en el bolsillo; extraño es que alguna de esas monedas sea portadora de un pequeño rollo de microfilm. Así sucedió en la década de los cincuenta, cuando, al recibir una moneda de cinco centavos, un vendedor de periódicos notó que se sentía extrañamente ligera. Al hacerla rebotar contra el piso, el nickel se abrió y salió el microfilm que transmitía un mensaje cifrado dirigido a la KGB.


En su tratado sobre el arte y la práctica de la guerra, redactado en el siglo IV a. C., Eneas el Tácito propone una técnica para mandar mensajes ocultos: coser a las suelas de las sandalias una misiva. Para protegerla de las inclemencias del terreno y del clima sugiere que el mejor material es el estaño. El calzado reaparecerá como herramienta crucial para los espías en el futuro. Durante la Guerra Fría, por ejemplo, los tacones fueron empleados para ocultar transmisores o micrófonos.

Diseño: Krystal Mejía