¡Nostalgia de la patria! Superchería hace tiempo denunciada. A mí me es absolutamente igual dónde estar tan absolutamente sola, sobre cuál empedrado caminar cargando la canasta de mercado, hacia una casa que (¿cuartel u hospital?), si es mía, ella no lo sabe. Me da igual entre qué caras he de mostrar mi gesto de león cautivo, qué medio humano me va a desplazar —¡sin falta!— al fuero íntimo, a la privacía del sentido. A mí, oso polar sin témpano, me da lo mismo dónde nivelarme (¡qué va!), o dónde humillarme. Tampoco me seduce el llamado materno de mi lengua. ¡Me es indiferente en cuál me desentienda con quien sea! (Con el lector devorador de toneladas de papel periódico, ordeñador de chismes… A este siglo pertenece él, pero yo soy anterior de todo siglo). Como madero, encallada quedé donde había una arboleda. Me da lo mismo todo, todo me es igual, y más indiferente —y querido— lo que ya se fue. Perdí las señas de identidad, las fechas y los rasgos. Alma soy nacida alguna vez en algún lugar. Y tanto mi país me descuidó, que ni el fisgón más avisado me podrá hallar —en el haz y en el envés del alma— marcas del nacimiento. Todas las casas son ajenas para mí. vacíos para mí son todos los templos. Me da lo mismo todo, todo me es igual. Pero si encuentro por el camino un arbusto, y sobre todo si se trata de un serbal…
Tomado de Contrapunto a cuatro voces en los caminos del aire, Tatiana Bubnova (edición, comentarios y traducción), IIF-UNAM, Ciudad de México, 2009. Se reproduce con autorización.
Imagen de portada: Voto durante la presentación del Ejército Rojo de Obreros y Campesinos, 1918. PICRYL