Entras a un bosque oculto entre las nubes, perdido en las montañas; parece que el tiempo se detuvo hace millones de años. Ves a tu alrededor árboles de 70 metros de altura, cubiertos de bromelias y orquídeas. Todo a tu alrededor es vida. De pronto, el camino se cubre de una densa neblina que te recuerda que estás en uno de los sitios más húmedos del planeta. Te acostumbras a este ambiente y descubres entre los árboles un par de raros unicornios alados de cuerno rojo, pecho blanco y cuerpo negro. Se dejan ver sin miedo, como si supieran que son los últimos sobrevivientes de su especie, que su vida está amenazada y que tú mereces ser testigo de su existencia. Parece un escenario fantástico, pero todo lo que has visto es real y esos hermosos unicornios son pavones cornudos, Oreophasis derbianus, una de las tantas especies en peligro de extinción que sólo viven en uno de los bosques más amenazados del mundo, El Triunfo.
Bosque de niebla y cambio climático
Los bosques mesófilos de montaña, también conocidos como bosques de niebla, son ecosistemas que subsisten gracias a una combinación perfecta de ubicación, altura y humedad; la última permite la existencia de neblina permanente alrededor de la vegetación.1 Esta neblina se transforma en minúsculas gotas de agua que las hojas captan todos los días del año. En El Triunfo se condensa la humedad que proviene del Pacífico y propicia más de 3,000 mm anuales de lluvia. Incluso en los meses más secos, de El Triunfo siempre surgen cauces de agua que bajan por la sierra e irrigan la región. Los bosques de niebla contienen la mayor concentración de biodiversidad de México; albergan al menos 2,500 especies de plantas vasculares (las que tienen raíz, tallo y hojas) y más del 10% de todas las especies vegetales.2 Esta riqueza vital depende de condiciones que sólo pueden aportar estos bosques. Alejandro Guízar Coutiño ha dedicado su investigación a destacar la importancia de este ecosistema, su equilibrio y vulnerabilidad ante el cambio climático. Afirma que cualquier alteración en la temperatura y la precipitación, por pequeña que sea, producirá desequilibrios irreversibles. Los estudios existentes, así como el modelo de Guízar Coutiño, confirman que los bosques de niebla mexicanos se verán gravemente reducidos por el cambio climático y se prevé un descenso del 54% en 2050, con respecto a su distribución actual, y 68% en 2080. Ya ha desaparecido el 60% de los bosques en México y con estas previsiones queda claro que los de niebla se encuentran en peligro de extinción. A pesar de ser un área natural protegida y de los muchos esfuerzos que se llevan a cabo para su conservación, el destino de El Triunfo está marcado: quizá no llegue a desaparecer, pero sí a cambiar.
El Triunfo
Esta reserva de la biosfera ubicada en la Sierra Madre de Chiapas, en una superficie de 119,177 hectáreas, resguarda diez tipos de ecosistemas que incluyen el bosque de niebla, la selva mediana y el último remanente intacto de selvas perennifolias del Soconusco en la cuenca del Río Novillero, en la vertiente del Pacífico. Cuenta con la mayor diversidad de árboles de Norte y Centroamérica; es hogar de helechos, encinos, coníferas, palmas y cícadas, algunas de las cuales sólo viven aquí. Esta región tuvo un papel muy importante durante el Pleistoceno (periodo que empieza hace 2.59 millones de años y finaliza aproximadamente en el 10,000 a. C.), al servir como un refugio donde las especies tropicales sobrevivieron a las glaciaciones. Por eso, en la actualidad existe en estos bosques y selvas una alta diversidad de plantas y animales, así como un gran número de especies endémicas que sólo se pueden encontrar ahí. El Triunfo se considera un centro de endemismos de aves, salamandras, mariposas y cícadas. Las aves constituyen 37% del total de las registradas para México, de las cuales 74 son especies migratorias neotropicales, 8 están en peligro de extinción, como el pavón y el quetzal, y 54 son raras; ocupa el segundo lugar de México en diversidad de mamíferos, después de Montes Azules.3 El Triunfo cae abruptamente 2,000 metros hacia el mar, mostrando a su paso un tapete de bosques de pino-encino y selvas secas. El camino siempre se acompaña con escurrimientos de agua que sostienen la vida de 14,000 personas que habitan en 34 comunidades de la reserva. En ambos lados hay plantaciones de café, agricultura de subsistencia y algunas áreas ganaderas.
Las amenazas de El Triunfo
Al sobrevolar la fronda maravillosa de El Triunfo, es clara la vocación forestal de la reserva. De acuerdo con Juan Carlos Franco, presidente del Comité Técnico Consultivo REED+ en Chiapas, esta vocación no ha sido valorada como el capital natural que podría aumentar la prosperidad del estado. Chiapas enfrenta la mayor tasa de deforestación y degradación de México, y las emisiones de carbono que provienen principalmente de la pérdida de cobertura forestal son equivalentes a las de Nuevo León, uno de los estados más industrializados de América Latina. El Triunfo enfrenta retos similares al resto de Chiapas. Sin embargo, a pesar de que la ganadería y la agricultura representan una amenaza constante, durante más de tres décadas muchas organizaciones han trabajado para conservar esta zona. Desde hace 15 años existe el Fondo de Conservación El Triunfo (FONCET), una organización local que reúne a instituciones, empresarios, académicos y familias chiapanecas que apoyan programas de educación, restauración, manejo integral de cuencas, producción sustentable, entre otros. Esto ha hecho que El Triunfo sea un caso de éxito: a diferencia de otras áreas naturales protegidas, ha ganado cobertura forestal: de 70,607 hectáreas en 2002 a 102,980 hectáreas en 2016.4 Pero no todas son buenas noticias: la minería se apropia poco a poco del territorio, estrangulando El Triunfo y poniendo en riesgo el delicado equilibrio de estos bosques milenarios. Más del 16% de la reserva tiene una concesión minera. En total hay 98,084.34 hectáreas concesionadas en El Triunfo y su zona de influencia, y decenas de concesiones adicionales en los territorios vecinos. Con las concesiones viene la apertura de caminos, la manipulación comunitaria que deriva en conflictos sociales, la exploración y, en su caso, la explotación del mineral. Las consecuencias son irreversibles, ya que se remueve toda cobertura vegetal y se contaminan los cuerpos de agua subterráneos y superficiales. Unas cuantas semanas son suficientes para destruir o herir de muerte ecosistemas que tienen millones de años. Ningún beneficio monetario a corto plazo se compara con los beneficios ambientales, culturales y económicos a largo plazo que nos proporcionan los bosques saludables de la reserva.
El bosque más enigmático del mundo
Te adentras por una de las muchas veredas en El Triunfo. El tiempo parece suspendido. Vas observando las ramas y, de repente, aparece una figura tornasolada cuya larguísima cola se mece con suavidad. El brillo metálico de su pequeña cabeza redonda te deja saber que eres de los pocos afortunados que han visto al quetzal. De hecho, fue gracias a esta ave que en 1972 se decretó El Triunfo como Área Natural y Típica de Chiapas; en 1990 se convirtió en Área Protegida Federal y obtuvo el decreto de Reserva de la Biosfera por la UNESCO. El quetzal que habita en El Triunfo es la subespecie Pharomachrus mocinno mocinno y lo que la diferencia de la que se encuentra en Costa Rica, Pharomachrus mocinno costaricenis, es la cola del macho, que en esta última mide 50 centímetros, mientras que en la subespecie mocinno es de hasta un metro. Todo esto lo cuenta Fulvio Eccardi en su libro El Triunfo. La tierra de una leyenda viviente. Fulvio es uno de los fundadores del FONCET, quien, cargado de paciencia, amor por el bosque y un lente camuflado, ha logrado captar a esta ave perchada y en vuelo en imágenes que han dado la vuelta al mundo.
Cuando tienes la fortuna de conocer El Triunfo de la mano de guardaparques como Ismael y Ramiro Gálvez, o Ediberto López, aprendes a distinguir los sonidos del quetzal, su llamado y su canto en vuelo. Son esos sonidos los que te permiten apuntar la mirada en la dirección correcta para observarlo. En las antiguas culturas mesoamericanas, matar a un quetzal era una falta que se pagaba con la vida. Sus plumas valían más que el oro y sólo eran usadas para adornar la vestimenta de los líderes. En esa época, el quetzal era símbolo de fertilidad y abundancia. Su canto trae consigo las lluvias que enverdecen los bosques; su vuelo representa la existencia de un ecosistema sano, fuerte y con capacidad de evolucionar, y su canto es un constante recordatorio de la responsabilidad que tenemos como humanidad de honrar a la Tierra, celebrar la naturaleza y darle paso a la vida.
Imagen de portada: Bosque de niebla en El Triunfo. Foto: Fulvio Eccardi
El Triunfo subsiste gracias al apoyo económico de familias y empresas en Chiapas y México. El foncet trabaja con completa transparencia y responsabilidad, de la mano con diferentes comunidades que habitan en la reserva para crear y apoyar programas que aseguren la conservación. Puedes conocer más acerca de su trabajo en www.fondoeltriunfo.org
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Philip Bubb et al., “Cloud Forest Agenda”, Agenda, 36, p. 36, 2004. Disponible en http://seaswift.unep-wcmc.org/resources/publications/UNEP_WCMC_bio_series/20/CloudForestLR.pdf ↩
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Jerzy Rzedowski, “Análisis preliminar de la flora vascular de los bosques mesófilos de montaña de México”, Acta Botánica Mexicana, 35, 1996, pp. 25-44. ↩
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M. González-Espinosa et al., “Los bosques de niebla de México: conservación y restauración de su componente arbóreo”, Ecosistemas 21 (1-2), enero-agosto, 2012, pp. 36-52. ↩
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Jerzy Rzedowski, Vegetación de México, 1ª. edición digital, Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, México, 2006, 504 pp. ↩