Theo abre la última carta que su hermano mayor, Vincent van Gogh, le envió por correo. La lee con detalle, con la misma paciencia y preocupación que ha tenido por él durante más de 650 epístolas recibidas. En algunos momentos, Theo se encuentra atrapado, frustrado por no poder ayudar más a Vincent, por contemplarlo a través de sus palabras y absorber su sufrimiento. En momentos más felices, se llena de alegría porque la fiebre de la creación es lo único que le preocupa.
23 de julio de 1890, Auvers. Quizás veas este croquis del jardín de Daubigny1 —es una de mis telas más queridas—, te adjunto un croquis de viejos rastrojos y los croquis de dos telas de 30, que representan inmensas extensiones de trigo después de la lluvia. El jardín de Daubigny tiene el primer plano de hierba verde y rosa. A la izquierda, un macizo verde y lila y un tronco de planta con follaje blanquecino. En medio de un cantero de rosas a la derecha, un conjunto de cañas, una pared y sobre la pared, un avellano de follaje violeta. Después, una hilera de lilas, una fila de tilos redondeados, amarillos, la casa misma en el fondo, rosa, con techo de tejas azuladas. Un banco y tres sillas, una figura negra con sombrero amarillo y, en primer plano, un gato negro.
El joven, cuatro años menor que su hermano, ha sido el principal soporte económico del pintor (si no es que el único) desde 1880, cuando el neerlandés “Cristo de Borinage”, como era conocido en Bélgica por su fanática manera de predicar a mineros, decide alejarse de la religión para centrarse hasta los últimos días de su vida en crear.
Para el momento en que recibe la carta, Theo tiene 32 años, está casado con Jo Bonger y vive en París. Se ha convertido en padre y su visión estética sigue intacta. Es un decidido y exitoso comerciante de arte que ha apostado por la vanguardia y por alejarse del canon pictórico imperante en la Europa de esa época. Considera que la pintura debe abrir sus puertas a nuevos lenguajes que revolucionen y sigan con el avance de las artes plásticas. A diferencia de Vincent, Theo es más delgado, de rasgos finos, mirada ligeramente nostálgica, pero con un brillo en los ojos azul acero que anuncia la búsqueda y la disciplina que comparten los hermanos por persistir en lo que aman de manera incesante. La sensibilidad de ambos es notoria. La familia del padre de los Van Gogh tenía diez hermanos, entre ellos uno que había hecho carrera como marchante de arte, Cornelius Marinus van Gogh, y uno más, accionista de la Casa Goupil, que también se llamaba Vincent. La relevancia de la Casa Goupil se debía a la venta de reproducciones de pinturas y grabados a las clases medias de algunas ciudades importantes de Europa: Bruselas, París, La Haya, Londres, Berlín y Viena. Después, la casa de ventas se desarrollaría con el comercio de piezas originales de artistas conocidos o con una escuela pictórica de renombre. El joven Vincent van Gogh trabaja en las galerías Goupil de La Haya y, dado que es disciplinado, cuidadoso y ordenado, es trasladado a Bruselas. Theo, a la edad de quince años, no puede dejar de ver a su hermano mayor con asombro y como modelo a seguir. Se las arregla como puede para visitarlo; ese tiempo juntos marcará el inicio de una amistad que pasará a la historia a través del archivo de su correspondencia. Vincent le habla de arte y le muestra la literatura que Theo debe leer mientras dan largas caminatas vespertinas. Es uno de los momentos más felices de sus vidas. Sin embargo, en 1873 los hermanos tienen que separarse. Vincent es promovido a la sucursal de la Goupil en Londres y Theo ha elegido seguir los pasos de su tío y profesionalizar su afición por las artes. Decide ser un promotor de obras pictóricas, un marchante de arte, e ingresar a la Goupil en La Haya. Su rápida comprensión de las dinámicas del negocio y su facilidad para el contacto y crítica cultural de las pinturas logran abrirle algunas oportunidades y rápidamente se vuelve pieza clave de esa sucursal. El trabajo de Theo rinde frutos y es promovido al París de la Belle Époque. Por las manos de Theo van Gogh pasan cientos de obras impresionistas y en particular lo entusiasman Monet y Degas. El rol de Theo en ese movimiento artístico es muy importante por al menos dos motivos. En primer lugar, gracias a sus habilidades para curar las exhibiciones, introduce un modelo nuevo para exponer el material artístico, que consistía en preparar una gran muestra de un solo autor para darle espacio y protagonismo a una temática en particular. En segundo lugar, logra las gestiones necesarias para que los dueños de la Goupil lo dejen hacer exposiciones de estas nuevas vanguardias, que parecían muy contrarias a la academia de Bellas Artes de la época. Aunque no permitían que las llevara a cabo en las salas principales de la casa, logró varias veces exponer obras selectas de un solo autor, así como series de más pintores de la nueva vanguardia que se gestaba. Pisarro, Toulouse-Lautrec, Rousseau, Seurat, Gauguin, Bernard y Cézanne serán sólo algunos de los artistas impulsados por Theo. Este éxito abre una oportunidad para invitar a Vincent a su departamento, lo cual será un punto de inflexión en la carrera del pintor, que sigue desarrollando a pasos veloces su estilo. Los hermanos vivirán dos años juntos en la Ciudad de la Luz. El temperamento errático del hermano mayor, en ocasiones complejo y contradictorio, los conduce a varios conflictos que para nada afectan su relación. Theo será testigo de los comportamientos extremos de Vincent, pero la intención de impulsarlo y de brindarle cierta protección (hay que recordar que en ese momento el pintor prácticamente vive de lo que su hermano percibe) logrará una estancia para Van Gogh en Arlés, lugar mítico por la casa amarilla, los girasoles, Gauguin y la mutilación de la oreja izquierda. Después de una serie de desvaríos mentales, Vincent decide internarse voluntariamente en el sanatorio de Saint-Rémy-de-Provence. Mientras lidia con el aparatoso desenlace del lóbulo izquierdo de Vincent, Theo conoce a Johanna Bonger, una mujer de 22 años de clase media que estudia inglés para convertirse en maestra. A lo largo de la vida del hermano menor no existen registros de decisiones intempestivas o apresuradas, salvo ésta: la segunda vez que se encuentra con Jo, le propone matrimonio. Ella lo rechaza, pero esto no desanima al joven Theo que, después de un año y medio de pláticas, cafés y reuniones, logra atraer la atención de Jo finalmente; ayuda, sobre todo, el impulso de Theo por involucrarse en la vida intelectual y cultural de Europa en ese momento. Jo escribiría en su diario sobre su boda: “¡El jueves por la mañana voy a París!” Jo Bonger por fin conocería al hermano del que tienen cuadros en todas las paredes de su departamento. Vincent, después de salir del sanatorio, aunque todavía con accesos de alucinaciones, sensaciones de persecución y ataques de ira, pasa algunos días con Theo y su esposa. Ella registra en su diario la primera vez que ve a Vincent:
Ante mí estaba un hombre robusto, de hombros anchos, con un color saludable, una mirada alegre en sus ojos y algo muy resuelto en su apariencia […] “Parece mucho más fuerte que Theo” fue mi primer pensamiento.
El 27 de julio de 1890, Theo recibe una carta urgente. No es de Vincent. Viene firmada por el Dr. Gachet. Menciona que su hermano está herido de gravedad. Hay una bala alojada en su abdomen y es probable que no resista. Theo logra llegar a Auvers a tiempo. Encuentra a Vincent vendado del abdomen, sudando y balbuceando sobre su cama en el modesto cuarto en el que se hospedaba. A pesar de la herida mortal, logra tener momentos de paz, lucidez y resignación junto a su amado hermano; fuman una pipa por última vez y Vincent incluso pide que no se culpe a nadie por esto.2 Recita de manera espontánea pasajes de Ricardo III de Shakespeare. Se acerca el fin del hombre que hizo de la furia de la creación, color puro y armonía. En un abrigo, Theo encuentra una carta que no fue enviada y que lo tenía a él como destinatario. La respiración de su hermano se extingue. Theo se encuentra ya enfermo de sífilis a consecuencia de los años pasados y sus andanzas nocturnas en los burdeles de París, la vida de excesos parisinos tiene repercusiones no sólo en los artistas de la época; además, la Casa Goupil tiene problemas financieros y Theo lleva varios meses trabajando demasiado y de manera independiente. La herida que ha dejado la partida dolorosa de su hermano también lo debilita. El 25 de enero de 1891, Theo van Gogh muere a la edad de 33 años. Si Theo fue el impulso económico y moral durante la vida de Vincent, Jo será la mujer que en un mundo en extremo complejo y —como si fuera sorpresa— dominado por hombres, deberá abrirse paso sin conocimientos previos de museografía, exposiciones, comercio de arte e incluso crítica cultural, para moldear con letras imborrables el nombre, la vida y la obra del artista. Bonger tiene que aprender sin interrupciones y con poco margen de error; se aboca en adquirir con celeridad fundamentos pictóricos y métodos de exposición, lee libros de crítica pictórica y museográfica. En poco tiempo, comienza a vender algunas de las obras que tiene en su casa, realiza algunas exposiciones de Vincent. Una de ellas, la más grande que se haya registrado hasta hoy de Van Gogh, tiene lugar en 1892 en Ámsterdam. Realizó más de cien programas en Europa y logró exhibir de manera metódica la obra de su cuñado. Mientras el entusiasmo por la obra del pintor crecía, también lo hacía en la misma medida el interés por su vida. Jo hizo una inmersión absoluta en la correspondencia que Theo tenía con su hermano, cuidadosamente guardada. Las palabras de Vincent y Theo en sus centenares de cartas debían ser leídas por el mundo. Al final de su vida, Jo siguió traduciéndolas al inglés. El planeta entero comenzaba a rendirse ante la historia de Vincent y, así, ante un mito moderno entre hombre, artista y obra. Las misivas eran un testigo invaluable del método de creación; de la perseverancia de los demonios del hombre y los sueños logrados; la disciplina, las pasiones, sus consecuencias y, por supuesto, la fe. La correspondencia completa mostraba el amor fraternal sin reclamos, en un estado extraordinario de pureza; la violencia humana de los sentimientos y un panorama de lo que se trata en muchos casos la vida. Jo exhumó los restos mortuorios de Theo, los llevó a un lado de Vincent, en Auvers, Francia, e hizo que las lápidas tuvieran exactamente el mismo acabado.3
Imagen de portada: Vincent van Gogh, El jardín de Daubigny, 1890. Van Gogh Museum, Amsterdam (Vincent van Gogh Foundation)
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Charles-François Daubigny (1817-1878), paisajista y grabador francés. Colega de Monet y Cézanne. Se le atribuye la frase: “Los mejores cuadros no venden”. Vincent van Gogh tenía en gran aprecio su obra. Es considerado un precursor clave en el impresionismo. Vincent logró contactar a la viuda del artista y lograr que lo dejara pintar algunas obras en el jardín de su casa. ↩
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Existen cada día más teorías, dado el ángulo del disparo y la altura de la herida, que mencionan que la muerte del pintor fue más un accidente provocado por alguien que un intento de dispararse él mismo. Willem Dafoe interpreta los últimos años de vida del pintor donde exponen esta teoría: en la película At Eternity’s Gate (2018) del director Julian Schnabel. ↩
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El bisnieto de Jo y Theo terminó por concluir el legado de los hermanos Van Gogh con el apoyo del gobierno neerlandés, llegando a un acuerdo para donar las obras en poder de la familia y así abrir en 1973 el Van Gogh Museum en Ámsterdam. ↩