Pablo Escalante observa el funcionamiento de los calpulli de Tenochtitlán, los barrios que contaban con una organización y valores propios y que eran sometidos por el orden implacable de la nobleza mexica. Así, desmenuza no sólo de la fuerza del aparato estatal para imponer al pueblo tareas tan arduas como la guerra, sino de las diversas formas de resistencia social de los habitantes de los calpullis.