Oigo tu cuerpo con la avidez abrevada y tranquila de quien se impregna (de quien emerge, de quien se extiende saturado, recorrido de esperma) en la humedad cifrada (suave oráculo espeso; templo) en los limos, embalses tibios, deltas, de su origen; bebo (tus raíces abiertas y penetrables; en tus costas lascivas —cieno bullente— landas) los designios musgosos, tus savias densas (parva de lianas ebrias) Huelo en tus bordes profundos, expectantes, las brasas, en tus selvas untuosas, las vertientes. Oigo (tu semen táctil) los veneros, las larvas; (ábside fértil) Toco en tus ciénegas vivas, en tus lamas: los rastros en tu fragua envolvente: los indicios (Abro a tus muslos ungidos, rezumantes; escanciados de luz) Oigo en tus légamos agrios, a tu orilla: los palpos, los augurios —siglas inmersas; blastos—. En tus atrios: las huellas vítreas, las libaciones (glebas fecundas), los hervideros.
Tomado de Huellas de luz. Poesía 1977-1992, Ediciones Era/Conaculta, Ciudad de México, 2006.
Imagen de portada: Félix Vallotton, The Bath, Summer Evening, 1892