Con la brújula perdida
la garganta seca
los ojos rojos de no llorar
con la raya del horizonte en cada gesto
en cada célula
en cada pensamiento que escapa
en cada aspiración que regresa
no siento más apego
por todo lo de siempre
que esta súbita inclinación de un rayo
que cambia con la hora
y que ora toca las cortinas
ora no
con el sol
en la palma
de la mano
y en la punta
de los adioses
un enjambre
de párpados
de arena
una lamentación
por los ángeles extraviados
que ya no reconocen su propio hogar
y pernoctan en un hotelucho llamado ‘Cosmos’
alguien camina
en círculos concéntricos
por fuera
y en espirales por dentro
¿eres tú?
nómada de mi mano derecha
o de mi mano izquierda
acaba por fin
con los reyes rotos
las leyes lobas
y la elección
la muerte impronunciable
la noche de la usura
la grieta en el cielo
la estrella mordida
los autos dueños
no hay fotos
no hay recuerdos
solo una gran extensión
y nada sagrado
solo esta soledad
y el caminar en círculos rectos
como quien descifra un poema invisible
y en la página inmensa
se topa con otros desertores
de esa guerra que llaman sociedad
cadenas de usura
ciudades interminables
viajeros de noche
y vigilias del día
frente a los que desquitan su salario
y conservan su calavera de azúcar
los nómadas disuelven
en un vaso de agua
las tormentas del sábado
y los tormentos del domingo
disuelven las preguntas y las dudas
los trabajos innecesarios
las formaciones óseas
y los remordimientos
pues si no es posible hallar sosiego en la fijeza
habrá que encontrar la paz
en la cresta
relampagueante
del fugaz correcaminos
los nómadas no salen nunca del desierto
Imagen de portada: ©Paula Rivas Rodríguez, Fronteras pintadas, 2021. Cortesía de la artista