Nëwemp ‘el lugar del agua’, mixe. Giajmïï ‘sobre el agua’, chinateco. Nangi ndá ‘la tierra en medio del agua’, mazateco. Kuríhi ‘dentro del agua’, chichimeco. Nu koyo ‘pueblo húmedo’, mixteco. Fue el nombre que le pusieron a esta ciudad. Después a este Estado, el Estado mexicano: México. ¿Qué se oculta dentro de las aguas de Nëwemp? Pretendo hablar de algunas ideas e intentaré responder una pregunta. ¿Por qué se están muriendo las lenguas? Actualmente se hablan aproximadamente seis mil lenguas en el mundo. Del Catálogo de lenguas amenazadas de la Universidad de Hawái, Estados Unidos, se reporta que en promedio cada tres meses muere una lengua en el mundo. Por su parte, la UNESCO informa que en cien años se habrán extinguido al menos la mitad de las lenguas del planeta. Nunca en la historia había sucedido esto, nunca habían muerto tantas lenguas. ¿Por qué es ahora que las lenguas están muriendo? Hace alrededor de trescientos años, el mundo comenzó a dividirse y establecer fronteras internas: quedó dividido y sin papeles ya no era posible viajar a otros lugares. La Tierra quedó dividida en cerca de doscientos países, cada uno con un gobierno, con una bandera a la que se le rinden honores, con un modo de pensar al que se privilegia: y, para construir esta homogeneidad interna, una sola lengua a la que se le asignó el valor de Estado. Las lenguas distintas fueron discriminadas y combatidas. Hace doscientos años se estableció el Estado que ahora se llama México. Después de trescientos años de la conquista de los españoles, en 1862, el 65 por ciento de la población hablaba una lengua indígena. El español era una minoría en ese entonces. En la actualidad, los hablantes de lengua indígena somos 6.5 por ciento, el español es ahora la lengua que han convertido en dominante. Hace dos siglos, el náhuatl, el maya, el mayo, el tepehua, el tepehuano, el mixe y todas las lenguas indígenas eran mayoritarias, pero éstas han sido minorizadas. ¿Cómo lograron minorizarlas? ¿O es que de pronto decidimos abandonar nuestras lenguas? No fue así. Se trató de un proceso impulsado desde las políticas del gobierno y se les quitó el valor en favor de una lengua única: el español. Para lograr la desaparición de nuestras lenguas, nuestros antepasados recibieron golpes, regaños y discriminación por el hecho de hablar sus lenguas maternas.
“Tu lengua no vale”, les dijeron repetidamente. “Para ser ciudadano mexicano necesitas hablar la lengua nacional, el español. Deja de usar tu lengua”, insistieron. Los esfuerzos realizados desde el Estado fueron arduos para establecer una castellanización forzada con el fin de erradicar nuestras lenguas, sobre todo desde el sistema escolar. Fue México el que nos quitó nuestras lenguas, el agua de su nombre nos borra y nos silencia. Aun cuando han cambiado las leyes, éstas continúan siendo discriminadas dentro de los sistemas educativos, de salud y del judicial. Nuestras lenguas no se mueren, las matan. A nuestras lenguas también las matan cuando no se respetan nuestros territorios, cuando las venden y concesionan, cuando asesinan a quienes las defienden. ¿Cómo vamos a florecer nuestras lenguas cuando matan a quienes las hablan, los silencian o desaparecen? ¿Cómo va a florecer nuestra palabra en un territorio del que se nos despoja? En mi comunidad, Ayutla Mixe en Oaxaca, no tenemos agua. Hace casi dos años grupos armados nos despojaron del manantial del que históricamente nos abastecíamos y que hasta ahora sigue en injusticia, aun cuando hemos denunciado y demostrado nuestra razón. A pesar de que las leyes dicen que el agua es un derecho humano, ésta no llega a nuestras casas y afecta, sobre todo, a niños y ancianos. Son la tierra, el agua, los árboles, los que nutren la existencia de nuestras lenguas. Bajo un ataque constante de nuestro territorio, ¿cómo se revitalizará nuestra lengua? Nuestras lenguas no mueren, las matan. El Estado mexicano las ha borrado. El pensamiento único, la cultura única, el Estado único, con el agua de su nombre, las borra.
Imagen de portada: Presentación de Yásnaya Elena A. Gil en el Congreso el 28 de febrero de 2019. Cámara de Diputados/Comunicación Social. ©