Yo lo que puedo decir ahorita, donde quiera que esté mi hermano, que tenga fuerza y que tenga la esperanza de que pronto lo vamos a encontrar. Y si regresa mi hermano con vida, seré muy feliz, con mi hijo, con mi esposa, toda mi familia. Lo agradeceré a Dios y a todas las personas que nos han apoyado. Aunque si perdió la vida, igual agradecerle a toda la gente. Pero debo ser positivo mientras no haya pruebas. Y aquí debo estar con los padres y luchar, encontrarlos. Y lo único que quiero decirle de mi hermano, que lo quiero mucho, que no piense él que lo estamos dejando. Toda mi familia tiene la esperanza de que regrese pronto. Mi mamá, mis hermanitos preguntan por él. Yo lo único que hago con mis hermanitos es decir que está bien, que pronto va a regresar, que no se preocupen. Y esa es la esperanza que tienen mis hermanos, mi hermanita, ¿qué le puedo decir? Es todo. E37.1
La noche del 26 de septiembre [de 2014], los padres y madres de los normalistas que viven en Tixtla, se empezaron a encontrar en Ayotzinapa. Un carro de la escuela iba por la ciudad avisando a los familiares que algo grave había pasado y que se dirigieran allá. En la madrugada, surgían las primeras informaciones todavía confusas, los primeros encuentros con normalistas sobrevivientes que estaban en estado de shock después del horror vivido.
A la masividad del hecho se sumaron las distintas informaciones y versiones sobre el número de desaparecidos y la identidad de los muertos y heridos, confrontando a las familias con el espanto de lo sucedido de una forma totalmente inesperada y súbita.
Otros familiares se enteraron durante los días siguientes debido a la distancia y el aislamiento de sus lugares de residencia. Los primeros días de búsqueda, movilización y demandas frente al Estado fueron descritos por los familiares como un terremoto en sus vidas. La sensación de incredulidad y de que iban a encontrarlos pronto les hacía oscilar entre la perplejidad y la movilización.
El 27 de septiembre, los familiares empezaron a realizar sus búsquedas de forma conjunta con autoridades del Estado. En uno de esos episodios, entre el dolor y la rabia, identificaron a un hombre en moto que los seguía y sacaba fotos de las familias, quien resultó ser un agente de inteligencia militar.
Quedamos en shock. Quedamos con una depresión grandísima, con una angustia, con un dolor de decir ya perdimos a nuestro hijo de esa manera. O sea, ¿cómo es posible que pierda uno un hijo de esa manera o que haya gente tan mala que haga ese tipo de cosas? Pero ya los fuimos analizando y, afortunadamente, seamos como seamos los padres de familia, nos echamos la mano cuando nos vemos caídos. E6.
El suceso también confrontó a los familiares con el deseo de identificar a los responsables. ¿Quién ha sido? ¿Quién ha hecho esto posible? ¿Por qué? ¿Dónde están?
Sí, pues ella se sintió más mal por todo, de hecho andábamos tristes. Yo andaba triste… desde el principio yo… ahora sí ni comíamos. A saber qué, después… que están secuestrados, están desaparecidos. Ahora sí no sabemos, quién se lo llevaría, bueno… Y a veces nosotros culpamos a otro lado. Como dice, la delincuencia, ¿no? Aquí fue directamente el Estado, el gobierno sabe esto… así que ellos saben dónde los tienen. Pues de ahí para acá, así vivimos. Y yo pensaba “pues van a regresar a lo mejor de aquí a ocho días”, no pues sigo ocho días aquí y nada… y así fuimos, y así fuimos. E2.
A pesar de la investigación llevada a cabo por las autoridades, la falta de respuesta a las preguntas “¿Qué pasó realmente?” y “¿Dónde están?” sigue siendo hoy en día urgente para las familias: la ausencia traumática de los normalistas junto con la falta de respuestas claras sobre lo sucedido y su destino han generado un fuerte malestar psicológico que se mantiene en el tiempo.
No saber nada y que ya vamos para ocho meses, no saber nada de él… en dónde está, cómo está o qué pasó con él, pues la verdad, sentimos… fuerte, el dolor fuerte, fuertísimo el dolor. Este dolor es muy, muy doloroso… muy desastroso en el hogar de nosotros, porque todos nosotros ya no trabajamos como es, a veces por ejemplo, anda uno trabajando pero con tu mente por otro lado, a veces hasta cuando agarras el machete te llegas hasta lastimar un dedo porque pues andas pensando: “Cómo, en dónde está mi hijo”, y la verdad, no, no trabaja uno… al cien como antes lo hacíamos. E4.
Muchos familiares comparan en sus descripciones la situación de pobreza anterior, pero en la que existía una cohesión familiar y el poder vivir juntos, con la creada tras la desaparición y el asesinato de los normalistas; la describen como un sufrimiento que se prolonga en el tiempo y que afecta a los familiares como personas y a la familia como espacio colectivo de vínculos y relaciones de afecto y solidaridad.
Esta situación afecta a la familia entera. Y, como le digo, antes de esto éramos pobres pero felices. De aquí para acá yo siento que ya no. Yo siento que todo cambió. Y el día de mañana que nos vayan a dar la noticia, quién sabe cómo cambiará. Yo sí he dicho que antes yo tenía otra vida, después de esto ya está difícil recuperar mi vida de antes… ¿Qué más voy a hacer aunque me aguante el dolor? ¿Cómo a mi hijo le quitan sus sueños así? ¡Caray! Él iba a ser maestro, estaba bien contento. ¿Cómo se los arrebatan así? ¡Qué coraje me da!, la verdad. E30.
En un nivel material, la desaparición forzada es un delito permanente mientras no se ofrezca información clara y fiable sobre el destino de la persona, se devuelvan sus restos y se investiguen los hechos y responsabilidades. En uno psicológico la desaparición conlleva un estado permanente de incertidumbre y sufrimiento que ha sido asimilado a una forma de tortura.2
Le digo, no sé, la mente no puede descansar. Mi mente aunque… no vengo, pero mi mente no puede descansar. Le digo, yo quiero que regrese como sea, le digo, total, lo que Dios decida. Yo digo que tenemos derecho a morirnos pero no en esa forma. Imagínese, sufrió aquí, no les daban de comer, los trataban bien mal. Aquí hay mucha violencia. Así estuve como un mes, dos meses, tres meses. Desde entonces ya no siento nada. A veces siento que llega corriendo a la casa. En la tarde le dejo la puerta abierta y nunca llega. Pero siento que él está vivo y que él va a regresar. No. Y siento que sí está vivo. E14.
El impacto de los hechos se prolonga hasta hoy en día. Los asesinatos y desapariciones forzadas de sus hijos y familiares han tenido un impacto brutal en sus vidas y han extendido el impacto en sus familias y comunidades.
No nada más nos afecta a nosotros, nosotros tenemos familia, tenemos hermanos, tenemos papá, sus abuelitos, entonces todo eso llega a los teléfonos y suenan y suenan llorando, o sea, está afectando a mucha gente, no nada más a 43 padres, 43 madres; nosotros tenemos mucha gente y eso es lo impresionante. E12.
Las desapariciones y asesinatos especialmente tienen un enorme impacto psicológico individual en cada uno de los familiares, pero también en la dinámica, comunicación y funcionamiento de las familias. Las afectaciones más visibles recaen en los padres y especialmente en las madres que viven esa pérdida con un profundo dolor y desasosiego.
Siempre las madres como que sufren más. Uno se hace fuerte, pero no, no es fuerte también. Uno trata que ellas no vean que estamos iguales, les da uno valor, pero no. Ella sufre mucho, mi esposa iba saliendo de la muerte de nuestro hijo hace cuatro años. Se le andaba queriendo como olvidar, sucede esto y otra vez está sufriendo enfermedades, se ha puesto mala. E33.
Las consecuencias en los hermanos, y en algunos casos en sus propios hijos, extienden ese impacto en toda la red de relaciones y vínculos afectivos.
Pues ahora sí que, el otro, el mayorcito, el que le sigue que tiene diecinueve años, en un principio yo lo vi mal. Siempre estaban juntos. Es como yo, ¿verdad?, si me llevo con mi hermana y mi hermana me falta, pues claro que me va a afectar. Yo sentí que lo afectó mucho esta situación. Lo afectó mucho. Yo considero que él está muy triste, aunque a veces no lo demuestra. A veces cierto coraje. Siento que también es porque quiere ver a su hermano y no lo ha visto. Pues, la verdad, yo lo siento muy afectado. Y en cuanto al chiquito que traigo de cinco años, el otro todavía es bebé, todavía no sabe nada, pero el de cinco años también, a veces me pregunta “¿Va a volver?, ¿y mi hermano, pues?, ¿cuándo va a volver?”. E30.
La pérdida afecta también a los niños y niñas de las familias. Si bien esos duelos son más invisibles, tienen consecuencias en el desarrollo infantil, el estado afectivo y el rendimiento escolar.
Porque también el niño iba a veces con él… porque ahorita también él ya casi no quiere ir a la escuela. Porque dice que él extraña a su papá. Y él antes de que entrara dijo que le iba a echar ganas para que también el niño viera que su papá iba a estudiar, y que también él le echara ganas. El niño pues hay ratos que en la escuela llora, no quiere entrar, porque él extraña a su papá. E5.
Muchas veces esos impactos se manifiestan a través del rechazo a estudiar, el llanto, o la vivencia de la pérdida como una ausencia que no se puede “llenar”.
Cuando venga te voy a traer una muñeca… “Ah, bueno.” Como ella casi no puede hablar bien todavía, no le dice Carlos, le dice Cajlo. Luego que pasó esto, me dice mi esposa: —Quiere hablar Bety contigo—. Le digo: A ver. Dice: —¿Papá, y Cajlo? —Aquí está, está estudiando. —Dile si me va a traer la muñeca. —Sí… ya te la va a llevar. Cuando él vaya, te la va a llevar. Puro así, pero pues la gente ya le dice que su hermano está perdido. Y así y así, como va creciendo ya, se va dando cuenta, y como ve a su mamá llorar, dice: —¿Por qué llora mamá? No… no está Cajlo. E16.
La desaparición forzada supone una pérdida incierta que los padres y madres tienen que explicar a los niños y niñas. Pero esa ausencia y el dolor que genera no encuentran las palabras adecuadas para expresarse. Las explicaciones frecuentemente pueden dar una respuesta en un momento, pero generan muchas preguntas más adelante. Mientras se mantiene la situación de incertidumbre, las explicaciones de los hechos están sujetos a ella.
Sí. Porque como la niña, pues también dice —¿Mí papá? ¿Lo tienen los policías?— Le digo sí, pues, pero no sabemos cuándo. Ya también el niño pregunta. E12.
De esta manera, los padres y madres tienen que enfrentar el impacto psicológico que les genera la desaparición y manejar el que produce en sus otros hijos o familiares.
Pues al principio ellas estaban más tristes, de hecho, ellas ya no querían ir a la escuela. La más grande, dice: —¿Sabes qué, mamá? Voy a dejar de estudiar para… porque siento que las letras no me entran, no me concentro, no me siento bien—. Le digo: —¿Pero tú crees que tu hermano si estuviera aquí, eso habría de querer para ustedes? Debemos de ser fuertes y echarle más ganas, para cuando él llegue… estemos bien, emocionalmente y darle energía a tu hermano igual. Así es que nosotros debemos de ser pacientes y ser fuertes para soportar esto, hijas. Y sí, pues lo han entendido, ellas han seguido con su escuela. Pues hasta ahorita me han dado buen resultado, no han bajado de calificación, se han concentrado. E18.
Como puede verse en el siguiente ejemplo, las consecuencias familiares se expresan en las distintas maneras de enfrentar el dolor, en los impactos individuales y la dinámica familiar:
Viera cómo es de doloroso. Mi hijo, el que anda aquí, se ha dedicado a puro beber, a puro beber, ¿por qué cree que me lo traje? Porque puro borracho mi hijo, ahora que pasó esto. Él bebiendo, bebiendo y bebiendo. ¡No más imagínese cómo está afectando a la familia! Yo me pongo a pensar, mi suegra la viera cómo está quedando de flaquita. ¿Por qué? Por estar pensando en su nieto. Que cómo está, que cómo lo tienen… y si viera cómo está la señora, no come, me da lástima. Le digo —Coma usted—, yo le doy ánimos, —Su nieto va a llegar y va a querer verla buena—. Y así le doy ánimo para que coma, pero se está acabando la señora. Y es lo que yo siento, siento feo porque nos está consumiendo. E24.
El hecho de que las desapariciones se hayan dado contra normalistas que querían ser maestros y estaban estudiando hace que algunos familiares tengan una actitud de mayor protección frente a sus hijos o incluso quieran evitar que estudien en otra escuela asimilable a Ayotzinapa.
Está en la secundaria el otro, ya va a terminar este año. Ya también a veces uno dice… su mamá pues por el miedo, dice: —No, mejor que no estudie—, no, pues cómo, que estudie pero ya en otra escuela, mejor… o cerca de ahí, mi hijo, porque pues… Ahorita ya, como dijeron, pues quedó un miedo, nos quedó un miedo, pues. E2.
Pues mi hijo, pues él solito, ahora sí que él solito se está viendo. Es el que anda conmigo ahorita. Él ya no quería estudiar, pero le dije que tenía que seguir, así que pues él solito, se hace de comer, se lava. E9.
Frecuentemente los familiares tienen que manejar su dolor hacia dentro, guardándolo y no expresándolo o tratando de hacerse fuertes frente a los otros, a fin de mantener las demandas frente al Estado y continuar con las movilizaciones colectivas. El GIEI ha sido testigo en numerosas actividades llevadas a cabo con los familiares de esta capacidad de contención y también de la necesidad de encontrar espacios de expresión y respuestas a sus demandas.
Ya quiero verlo llegar. Y nos fueron guiando en eso. Que la espera pues, que a veces pasan años y hay que saber esperar. En estos momentos aunque aún en el estado de ánimo lo sentimos, a pesar de todo, hay que saber esperar. Porque si no sabemos esperar, entonces pues nos vamos a matar, ¿verdad?, pronto. O sea, una enfermedad o algo. De hecho, nos han ayudado ellas, las psicólogas, las de Médicos sin Fronteras. Tenemos también ahí a Ximena, también nos ha apoyado en algo de esto. Y creo que eso ha sido lo más. E30.
Si bien la fortaleza de estos meses ha sido una muestra de su capacidad de resistencia, también se necesitan medidas de acompañamiento y atención psicosocial de confianza y con experiencia en casos de violaciones graves de derechos humanos como son los casos de desaparición forzada.
Pues ahora para nosotros es difícil, pues día con día hay ratos en que nos sentimos bien, hay ratos en que nos sentimos mal. Pero pues ahora sí, hay veces que nos dan ánimo los niños o hay veces que nos queremos poner tristes… Yo le digo a mi nuera, a casi una semana de cuando pasó esto, ella no quería comer. Pero después le dije —Mira, ¿sabes qué?, hazlo por los niños, porque ellos te ven que tú lloras, tú te pones mal… y mejor tú has como que no. Aunque por dentro solamente tú sabes lo que sientes, por fuera tu sal a demostrar a los niños que está todo bien—. Y sí, pues así la vamos llevando, día con día. Para nosotros es desesperante el ver que ellos no aparecen. E5.
También ha supuesto tener que manejar las explicaciones y el sinsentido hacia dentro de la familia. Cuando no se encuentra sentido al hecho traumático, las personas pueden buscar explicaciones sencillas o atribuciones de responsabilidad en otros. Si bien esas son formas de dar sentido a algo que no lo tiene, pueden también generar nuevos conflictos, y los familiares de desaparecidos tienen que aprender a manejar esas versiones y presiones en diferentes entornos:
[El padre] está fuera del país. Me llamó para reclamar, para reclamar por qué lo dejé ir a la escuela. Contesto la llamada, dice —Soy Miguel. —Ah, sí. —¿Por qué lo dejas al chamaco estudiar? Ahorita está desaparecido—. Yo no tengo ganas de platicar. Yo le dije —Si estuviera en tu lugar, ni hubiera marcado—. Solamente eso le dije. E7.
La crueldad y tortura sufridas por Julio César Mondragón o los disparos a quemarropa contra Julio César Ramírez y Daniel Solís también confrontan a los familiares con detalles del horror que tienen enormes consecuencias psicológicas.
Hasta ahorita no, no lo podemos superar, no lo podemos superar, es un trauma. El simple hecho de pensar en el momento, en sus últimos momentos de vida de él, cómo lo masacraron, cómo lo asesinaron, lo torturaron, lo golpearon… No sé, es…, es algo que… Como humanos, no creemos, no es posible que haya gente que se ensañe con una persona así. Desarmados, ellos policías muchos, con toda la ventaja, con todo… O sea, no es posible que haya gente tan desalmada que pueda hacer esas cosas, esa es la verdad. E23.
Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes, Informe Ayotzinapa. Investigación y primeras conclusiones de las desapariciones y homicidios de los normalistas de Ayotzinapa, CDMX, 2015, pp. 257-262.
Imagen de portada: Del proyecto #IlustradoresConAyotzinapa, 2014 (detalle)
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El Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) estuvo conformado por Alejandro Valencia Villa, Ángela María Buitrago, Carlos Martin Beristaín, Claudia Paz y Paz Baile y Francisco Cox Vial. Este equipo se mantuvo activo y en funciones desde octubre de 2014 hasta abril de 2016 en México. Se creó con el objetivo de proporcionar asistencia técnica en la búsqueda de los 43 estudiantes desaparecidos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, en las investigaciones y acciones dirigidas a sancionar a los responsables y en acompañar a los familiares de los estudiantes. Los testimonios que se citan en este texto pertenecen a diversas familias; están identificados con letra y número para proteger su identidad. Fueron publicados originalmente en 2015. [N. de la E.] ↩
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La privación del acceso a la verdad de los hechos acerca del destino de un desaparecido constituye una forma de trato cruel e inhumano para los familiares cercanos. Ver Corte IDH, Caso Trujullo Oroza vs. Bolivia, 26 de enero de 2000, párr. 114. ↩