Alejandro de Antuñano presenta a un personaje misterioso nacido en España y desembarcado en la Nueva España a mediados del siglo XVI: Gregorio López, “el siervo de Dios”. Considerado el primer anacoreta de las Indias, murió en olor de santidad y es conocido por su manuscrito sobre medicina, titulado Tesoro de medicinas para todas enfermedades (México, por Francisco Rodríguez Lupercio, mercader de libros en la puente de palacio, Año de 1672).