Kenneth Anger no es amenazante. Salvo cuando sonríe y asoman sus perfectos dientes postizos: entonces, sus rasgos alguna vez modificados por la cirugía estética adquieren contornos extraños, temibles. Calcular su edad es una tarea imposible: no la confiesa. Podría tener más de ochenta o apenas menos de setenta. En cualquier caso no guarda parecido alguno con su imagen joven, conservada en fotografías. ¿Por qué tanta sorpresa ante su aparente normalidad? Porque Anger es no solo el cineasta que la historia estadounidense recoge como el pionero del cine underground o experimental, sino una leyenda negra. Sus escándalos y relaciones con el ocultismo casi oscurecen su reconocimiento como realizador, y muchas veces se superponen. Para algunos, Anger es el hombre sin el cual el tratamiento musical de Mean Streets de Scorsese no hubiera sido posible, el hombre al que Fassbinder le robó la iconografía para Querelle y el padre biológico de MTV, por ser el primero en combinar imágenes oníricas con música. Para otros, es el autor de Hollywood Babilonia, la escandalosa serie de libros que revelaron los secretos más grotescos de la meca del cine. Y para muchos, es la mala influencia que fascinó y luego espantó a Mick Jagger y Keith Richards (y debe haber costado bastante espantar a ese par antes de Altamont), el amigo de Bobby Beausoleil (uno de los asesinos del clan Manson), el adepto más fiel del Mago Negro británico Aleister Crowley. Anger es todo eso y, además, un anciano gentil que frunce el ceño cuando le encienden un cigarrillo cerca.
Todos somos estrellas
Kenneth Anger (se dice que su verdadero apellido es Anglemyer, pero es un dato que se reserva) nació en California (¿o en Londres?, otro misterio), hijo de una familia rica. Cuando era chico, su abuela, que trabajaba como vestuarista en Hollywood, lo dejaba usar vestidos y aretes, mientras le narraba anécdotas de Valentino y Theda Bara. También lo llevaba a castings. Así interpretó a un pequeño príncipe en A Midsummer Night’s Dream, de Max Reinhardt, y tomó clases de baile con Shirley Temple. En la adolescencia, Anger rompió con su familia y rechazó el cristianismo para entregarse a la lectura reverencial de los textos del mago Crowley.
La filosofía mágic(k)a de Crowley es demasiado voluminosa para resumir, pero a trazos gruesos puede decirse que el mago inglés recibió su iluminación en 1937, en El Cairo, cuando entró en contacto con su Ángel de la Guarda y Jefe Secreto, Aiwass. Esta divinidad le dictó a Crowley El Libro de la Ley, en que se resume parte de su doctrina, llamada vulgarmente “Ley de Thelema”. Los puntos salientes son: 1) no hay ley excepto la que reza “Haz lo que quieras”; 2) la divinidad se encuentra en el hombre, no hay Dios; 3) el alma es la Auténtica Voluntad; 4) la humanidad entra en un nuevo Eón, el de Horus, y 5) todo hombre y toda mujer son una estrella. Con esa religión que unía todas las tendencias paganas (egipcias, griegas, orientales y demás), Crowley se convirtió en 1925 en la cabeza visible de Ordo Templi Orientis (OTO), una asociación mágica que sigue sus escritos y ejecuta sus rituales. En varias entrevistas, Anger negó estar relacionado con la Orden, pero durante esta conversación confiesa:
Soy miembro de la OTO. Me dieron permiso oficial para filmar la misa gnóstica, y soy amigo de la mayoría de sus miembros. No voy a muchas reuniones porque no soy muy sociable. Pero suelo ir a los rituales, porque son hermosos. Crowley escribió hermosos ritos, como el de Eleusis, al que asistí.
La OTO no solo lo autorizó a poner en celuloide la misa oculta, sino que le permitió rodar otro corto, que se estrenó mundialmente en el Festival de Mar del Plata.1 Se trata de The Man We Want to Hang, basado en las pinturas de Crowley. Anger se entusiasma: “También tengo imágenes de su bastón mágico de bronce. Conseguir esa toma fue extraordinario para mí”. El tema Crowley es lo único que puede hacerle perder la calma, pero apenas. Anger no tiene ganas de explicar ni defender a su maestro místico:
Fue mal entendido. Si alguien quiere aprender sobre él, puede leer sus libros. Mi cine no es un vehículo para propagar la filosofía de Crowley, que no obstante es fundamental en mi vida. A veces se refleja en mi trabajo, en otros casos no. Creo, sí, que el cine puede ser concebido como un instrumento mágico. Puede crear un trance, una hipnosis. Yo trabajo con el inconsciente, no soy un cineasta narrativo que usa personajes y una trama. Trabajo como si estuviera dentro de un sueño.
Con amigos así
Kenneth Anger tuvo toda su vida una facilidad asombrosa para rodearse de famosos, hermosos y malditos. Hay que decir que, en conversación, suele deslizar casualmente un “Cuando vi a Mick…” (Jagger) o “En aquellos años Jimmy…” (Page), “cuando visitaba a Anaïs…” (Nin). Aquí, una incompleta lista comentada de sus compañeros de ruta:
Bobby Beausoleil: cuando se conocieron, en 1965, Anger estaba intentando rodar el filme Lucifer Rising, que le costó casi veinte años finalizar. Vivía en San Francisco y buscaba al Lucifer del título. El primero que encontró fue un niño de cinco años llamado Godot, que murió antes de comenzar el rodaje (se arrojó desde un edificio creyendo que podía volar). El segundo fue un joven que había escapado de una institución mental y se definía como “un hombre en órbita femenina”, quien huyó de la casa de Anger después de alojarse un par de días. Finalmente, dio con el esbelto Bobby Beausoleil en las calles de Frisco. El chico tenía diecinueve años y se mudó con Kenneth. Anger no solo quería a un Lucifer para la película, sino a alguien que pudiera componer la banda sonora. Beausoleil formó una agrupación musical llamada The Magick Powerhouse of Oz, donde tocaba la guitarra y el sitar. En septiembre de 1967, Anger organizó una celebración, el Equinoccio de los Dioses, celebró ritos y la banda tocó. Todo fue filmado. Pero justo después de finalizado el festival, Bobby desapareció junto con el auto de Anger y parte de las cintas y las cámaras. No había copias. Aparentemente, Anger le habría pegado en la cabeza a Bobby con un báculo, y eso motivó la venganza. En cualquier caso, Bobby pronto consiguió otro amigo que le ofreció refugio: Charles Manson, que tenía una comunidad a la que llamaba La Familia. En 1969 Charlie le rogó a Bobby que fuera a pedirle plata a un maestro amigo de La Familia, Gary Hinman. Bobby lo hizo, acompañado por Susan Atkins, otra integrante de la comunidad. Cuando Gary se negó a darles el dinero, Bobby lo mató. Antes de dejar la casa, escribieron en las paredes “Kill the Piggies”. Cuando La Familia Manson fue condenada por los asesinatos de Sharon Tate y del matrimonio La Bianca, Bobby cayó junto a ella. Anger sigue en contacto con Bobby hasta el día de hoy: los entredichos del pasado han sido olvidados. Muy suelto de cuerpo, explica:
En 1970 Bobby grabó desde la cárcel la banda sonora de Lucifer Rising. Le estoy agradecido. No está libre todavía, el pobre, pero en poco tiempo podría salir bajo palabra. No creo que se la concedan, porque el caso con el que está asociado tiene demasiada notoriedad. Lo veo ocasionalmente, no me gusta ir a la cárcel. Es un hombre ya de mediana edad, que perdió su vida adentro.
¿El cineasta brujo habrá maldecido a Bobby, precipitando su caída? Previsiblemente, no hay respuesta de Anger.
Anton Szandor LaVey: fallecido en el 97, era el jefe de la Iglesia de Satán en San Francisco. Su doctrina no se relaciona con la de Crowley (que no era satanista, contra todo mito popular). LaVey interpretó a Satán en el filme Anger Invocation of My Demon Brother (1969) y desde entonces siguieron en contacto. LaVey había interpretado a Satán antes, en Rosemary’s Baby de Roman Polanski, el esposo de Sharon Tate. En aquel momento, Susan Atkins, la mujer que acuchilló a Sharon y acompañó a Bobby en el crimen de Hinman, era discípula de LaVey. Rosemary’s Baby fue rodada en el edificio Dakota de Nueva York, donde vivía y en cuya entrada fue asesinado John Lennon. El White Album de los Beatles habría inspirado los crímenes de La Familia. ¿Alguien desea atar cabos?
Mick Jagger, Keith Richards, etc.: tras el robo de las cintas de Lucifer Rising, Anger se mudó a Londres. Allí recuperó el entusiasmo por el cine no bien conoció a los Rolling Stones. Creía que los conciertos del grupo eran invocaciones a fuerzas ocultas, que su música era un perfecto acompañamiento para la magia sexual (uno de los métodos de Crowley, que solían estar poblados de excesos: no por nada fue el ocultista más popular en los salvajes años sesenta). Veía a Mick como Lucifer y a Keith como Belcebú, para la concreción (a esta altura, penosa) de Lucifer Rising. Con el fin de convencerlos, se hizo amigo de ellos. Los dos Stones con sus novias (Anita Pallenberg y Marianne Faithfull) acompañaban a Anger hasta Stonehenge (el círculo prehistórico de piedras que fue santuario druida) con varios ácidos encima. Keith y Anita decidieron tener un casamiento pagano con Anger como sacerdote. Antes de la fecha prevista, Keith descubrió que las puertas de su casa en Sussex habían sido quitadas por la noche, pintadas de dorado (un color que simboliza invasión de magia negra), y colocadas nuevamente. Era inexplicable cómo lo habían hecho sin que él lo escuchara, se asombraba Keith (aunque se puede dudar de su capacidad auditiva teniendo en cuenta la cantidad infame de drogas que entonces consumía). Asustado, le dijo a Anita que no quería saber nada más de Anger o la brujería. Poco después, Jagger también se asustó: tiró sus libros de ocultismo y se casó con Bianca Jagger ostentando una enorme cruz. No obstante, Anger consiguió algo de ellos. Así lo recuerda ahora:
Mick compuso la banda sonora de Invocation of My Demon Brother en un sintetizador Moog. Es una pieza hipnótica, rara viniendo de él. Y, al final, Marianne y Anita participaron en Lucifer Rising: Marianne es Lilith, Anita hace una presentación.
¿Sigue Anger en contacto con Mick? Poco, pero sí:
Está todo el tiempo trabajando, y yo llevo una vida muy tranquila. Pero somos amigos. La última vez que lo vi me dio entradas para su show en Los Ángeles y charlamos un poco. Yo soy un hombre grande como él, así que me sorprende que siga tocando y de gira. No lo entiendo. Pero Mick siempre fue ambicioso. Dice que lo disfruta.
Jimmy Page: en 1970, el guitarrista de Led Zeppelin compró Boleskine, la casa a orillas del Lago Ness donde a principios de siglo Aleister Crowley había intentado varias invocaciones, sin éxito. Anger había alquilado esa casa años antes. Cuando supo del nuevo dueño, no pudo evitar interesarse. Poco después, en un remate en Sotheby’s, Page le ganó a Anger un manuscrito original de Crowley. Un amigo en común los presentó. Se hicieron amigos y Page compró la otra casa de Crowley, Tower House, en Kensington, Londres. La redecoró e instaló a Anger en el sótano, con una isla de edición para que terminara, por enésima vez, Lucifer Rising. El cineasta se sintió atrapado en esa casa, famosa por estar embrujada. Jimmy escribía, mientras, la banda sonora. En tres años solo pudo componer veinte minutos de música y Anger lo sacó del proyecto. Explica hoy:
Tenía buenas intenciones, pero no hizo suficiente. Yo quería horas de música. Pobre Jimmy, tenía problemas con la heroína en ese momento. No podés forzar a una persona con ese tipo de problemas a trabajar.
Genet, Cocteau y Nin: en los años cincuenta, después de un intento de suicido, Anger decidió comenzar de nuevo en Francia. Hablaba francés, y consiguió trabajo en La Cinémathèque française, donde formó parte del staff de Henri Langlois durante doce años. Allí conoció a Jean Genet, Jean Cocteau y Anaïs Nin. De todos tiene algo que decir. Cocteau:
Fue una de mis influencias. Era mucho más que un cineasta. Fue un niño prodigio, un poeta, hizo trabajos experimentales. Como jurado en un festival donde presenté Fireworks me mandó una carta donde expresaba cuánto le había gustado. Nos hicimos íntimos.
Cocteau devolvió elogios escribiendo que Fireworks es un filme que “emerge de esa noche de donde surgen las verdaderas obras de arte. Nos toca el alma”.
Genet: lo conoció después de que el escritor viera esa misma película. “Era un hombre duro”, dice Anger:
Muchos creen que compartimos cierta sensibilidad, la fascinación por los marineros, por ejemplo. Pero él ya venía trabajando con eso: se dice que corrompí a mucha gente, pero Jean se corrompió solito. Le gustaban los criminales y los mitificaba. Yo no tuve nada que ver con eso.
Su sonrisa malvada se vuelve sorpresivamente nostálgica cuando recuerda a Anaïs Nin:
Era una mujer encantadora, que había vivido mucho y bien. Yo solía despertar en su casa, y varias veces tuve el placer de verla escribiendo sus diarios por la mañana.
Anaïs interpretó a Astarté en el filme de Anger Inauguration of the Pleasure Dome (1954). Le encanta poner nombres sobre la mesa y enumerar a los famosos con los que se codeó. Cuando se regodea en apellidos se le nota su otra faceta, la de perverso y venenoso contador de chimentos.
La tía Valentina
La notoriedad de Anger no se basa ni en sus amigos ni en su filmografía: se dio a conocer cuando, en los sesenta, publicó su libro Hollywood Babilonia, y su continuación, en los años ochenta. Los libros están poblados de sórdidas y tristes historias: la lobotomía de Frances Farmer, el accidente donde murió decapitada Jayne Mansfield, el fetichismo de James Dean. Dicen que Anger, en su inmensa colección de memorabilia, posee una foto de Marlon Brando practicando una fellatio. Babilonia, el lugar pagano por excelencia, debía contar con jóvenes sacrificados a los dioses. En los libros están todos esos jóvenes escupidos por Hollywood, rescatados de la mugre, y así paradójicamente elevados a la categoría de malditos, sinónimo de sagrados para Anger. —Ya tengo escrita una tercera parte de Hollywood Babilonia.2 Pero los editores creen que pueden tener problemas legales: escribo sobre gente que está viva y tienen pánico a los juicios. Lo que más me ha interesado sobre el nuevo Hollywood es esa mafia de la Cienciología, un culto del que participan Tom Cruise y John Travolta. Cruise estaría muy inclinado a hacer un juicio, ese es su estilo. Además, en la Cienciología impulsan a ganar juicios para juntar más dinero. Todos los miembros tienen un lavado de cerebro. Es una religión que requiere mucho dinero de sus fieles. —¿Los escándalos ya no son tan interesantes como solían? —Son aburridísimos. Casos como los de Robert Downey Jr., O. J. Simpson o Hugh Grant con su triste fellatio… los trato con cierto desprecio. Ya no hay glamour. Hay buenos actores, sin duda, pero no me entusiasma la escena.
—Pero debe haber algún escándalo de Hollywood que le interese… —De verdad que ya no hay nada interesante. Son tonterías. Tengo amigos en la industria que me cuentan los chismes de los estudios. Es parte de mi trabajo: soy un cronista de escándalos. Cuando Hollywood era nuevo la gente estaba descubriendo cosas: cómo era tener plata por primera vez, y era sublime verlos caer desde la cumbre. Hoy ganan tanto dinero que ni fracasan. La industria expulsa lo problemático. Lo interesante es la cocina, los productores, a quienes se les perdonan crímenes serios. Hay un productor muy famoso que participó en una estafa millonaria, estuvo preso por un año y volvieron a contratarlo. Son impunes estos nuevos poderosos. Pero no me gusta hablar de dinero. Preferiría hablar de estrellas, pero no existen. A mí me gustan los escándalos de la pasión. Las debilidades de la carne. De eso, lamentablemente, no queda casi nada.
Este artículo fue publicado originalmente el 10 de marzo de 2002 en el suplemento “Radar” del diario Página 12. Disponible en este link. Y aquí se reproduce con modificaciones menores.
Imagen de portada: Fotograma de Lucifer Rising de Kenneth Anger, 1972