Poemas

Violencia / dossier / Septiembre de 2022

Javier Sicilia

 Leer pdf

Juan 18, 15-27

Para Cocó

​​

I

Aunque toqué la fuente y bebí de su luz

no aprendí nada

porque es de noche

y no espero mirarla otra vez

ni desear lo que un día me dio

​​

—¿para qué lamentarme de lo que están matando sin remedio?

¿para qué abandonarme a una pureza humillada

y esperar lo que no ha de volver?

¿para qué recordar ese extraño instante

en que lo tangible reveló un momento lo intangible?

¿acaso fue real

o solo fue el destello del deseo en la oquedad de lo imposible?—

​​

porque es de noche

y nada es otra vez

y la nada de la muerte es la nada y nada más

​​

y vuelvo a decir que no

que no habrá un mañana para ella

donde sus ojos puedan ya saciarnos

aunque a oscuras

porque es de noche

y creo que no

que todo ha terminado

y el mundo es solo mundo y nada más

​​ —no acudirán a ella los hijos de mis hijos cuando llegue [la hora

no podrán ya lavarse en sus aguas

ni encontrará reposo su cansancio

¿tomarán el sendero de la cabra

los riscos de las águilas para ponerse a salvo?

¿o quizá pasarán como las sombras

como yo en esta hora de la desolación

cuando la fuente gime como gime una madre?—

​​ mejor el ruido

las poleas que chirrían en los muelles

y velan el silencio del recuerdo

​​ mejor el olvido

el terrible olvido de los días

que seguir añorando lo que ya no he de añorar

mirando a la que un día fue más transparente que el aire [en los desiertos de Altar

más pura que los ríos en la impiedad de las rocas

porque es de noche

y no espero mirarla otra vez

y digo que no

que todo ha sido en vano.

​​

II

El gallo mecánico ha cantado las seis

y yo sigo aquí

bajo la neblina del alba,

porque es de noche,

añorando lo que ya no he de añorar,

escuchando el clamor del día que no responde

que no responde,

mientras tú te oscureces

y eres lodo y no fuente

porque es de noche

y te derramas como agua que nada contiene

y tus huesos están dislocados,

secas tus entrañas

donde los perros rasgan tu túnica

y la muerte es la muerte y nada más,

porque es de noche y siento tu vergüenza.

​​ Mas tú, mi fuente, ¿así me lavas y me inspiras confianza?

Una oscura presencia domina en las sombras sin ser vista,

una esquirla de agua que refresca en el breve destello de lo [oscuro

donde marcha la fe con su séquito absurdo de esperanzas

como si el garabato de tu rostro ocultara un designio [inextinguible

que sostiene mi espera

aunque a oscuras

en el interminable tiempo de la noche.

​​

*


Ya no hay más que decir

Ya no hay más que decir

el mundo ya no es digno de la Palabra

nos la ahogaron adentro

como te asfixiaron

como te desgarraron a ti los pulmones

y el dolor no se me aparta

​​ solo pervive el mundo por un puñado de justos

por tu silencio y el mío

Juanelo.

“Juan 18, 15-27” se publicó en Lectio, 2004 y “Ya no hay más que decir” se publicó en Vestigios, 2004. Ambos se reproducen con el permiso del autor.

Imagen de portada: ©Enrique Ježik, Obús V, 1996. Plomo y latón. Cortesía del artista