El feminismo en los mapuches
Desde una perspectiva descolonizada y feminista, la obra de Sebastián Calfuqueo se articula a partir de un cuestionamiento de las identidades hegemónicas que definen el sexo, la raza, el género y la clase social. Sus exploraciones se valen de la fotografía, el performance, la instalación, la cerámica, el grabado y el video, y giran en torno a la primera persona, el yo. Calfuqueo es un apellido mapuche que en Chile constituye tanto una marca de origen como un territorio a explorar. Su experiencia encarnada posibilita diferentes críticas.
You Will Never Be a Weye, uno de sus primeros trabajos, da cuenta de las múltiples aristas que sus obras abarcan. Se trata de un video-performance en el que se ve a Sebastián vestirse lentamente como una machi, una chamana que en la cultura mapuche representa una autoridad espiritual. El traje corresponde a un “disfraz”, fabricado en China, que se transa en el comercio y da cuenta de una falsa multiculturalidad. Su uso obligado en festivales escolares lo ha despojado de su estatuto de indumentaria. Mientras la acción se desarrolla escuchamos la voz del artista que relata en inglés una historia familiar, vinculada con la historia mapuche (donde la figura del machi weye no sobrevivió a la colonización europea). De acuerdo con las crónicas españolas, el weye era un machi que mantenía prácticas sodomitas y se feminizaba. La violencia militar y religiosa exterminó a los machis weyes y los borró de la historia. Calfuqueo retoma esta figura y evidencia la imposibilidad de ser un weye actualmente, y lo hace desde un idioma que se constituye como sentencia en un mundo cada vez más global.
Los trabajos del artista retoman la historia del pueblo mapuche y la cruzan con situaciones contemporáneas. Así ocurre también en Costumbres de los Araucanos Gay (sic.), obra que toma como punto de partida dos documentos del siglo XIX: una serie de preguntas encontradas en un confesionario en español y mapuzungun, y un grabado realizado por Claudio Gay, cronista francés que registró las costumbres de los mapuche. Mientras que las preguntas interrogan la sexualidad y señalan el peso que la evangelización tuvo sobre el pueblo mapuche, las nuevas versiones de Gay ilustran algunas de las conductas sancionadas. Esta obra muestra que el deseo y la homosexualidad no estaban tramadas por el binarismo sexual impuesto por la religión cristiana.
En una búsqueda constante de abatir los límites convencionales de lo identitario, Sebastián se disfraza, deviene otro para exhibir la normatividad de una sociedad patriarcal y racista que atraviesa a toda América Latina. En esa línea se encuentran la acción Millaray Calfuqueo Aliste: Nombre para un posible nacimiento y la instalación Kangelu. En la primera el artista ofreció una serie de personalidades, características raciales, vestuarios y accesorios; los espectadores fueron los encargados de ir combinando las opciones. Millaray es un nombre femenino en mapuzungun, que la madre de Calfuqueo había escogido para él durante el embarazo, segura de que sería mujer. La instalación de Kangelu ahonda en las posibilidades de la construcción identitaria mediante una invitación no condicionada a diferentes sujetos (portadores también de filiaciones particulares). Un gringo, un brasileño, un joven de clase alta, dos mapuche y unos activistas, entre otros, son convocados a describir lo que imaginan frente a diversas frases que han definido al artista: “Homosexual y mapuche”, “Maricón sushi” (apodo que recibió en la escuela debido a su gusto por el anime) y “Millaray Calfuqueo”. Sebastián encarna cada una de las descripciones y construye seis representaciones que responden a las infinitas proyecciones que se hacen sobre alguien más, tal como su trabajo lo demuestra.
Su obra explora el pasado indígena para evidenciar un presente construido desde una moral impuesta. En esta línea está A imagen y semejanza, instalación que recoge tres imágenes: la primera corresponde a una indígena Yagana (1882-1883), la segunda a una mujer blanca europea en una postal erótica (ca. 1880) y la tercera muestra a Sebastián feminizado, con una peluca negra y larga. Las tres comparten la misma pose pudorosa, sólo que la fotografía de Calfuqueo es de gran tamaño, mientras que las otras dos son pequeñas y deben ser miradas con lupa, porque se enfatiza la presencia de una mirada ajena. Sebastián encarna la pose para torcerla desde una masculinidad negada.
Buscando Marcela Calfuqueo, basada en un relato biográfico, es un video en el que el artista nos cuenta del encuentro fortuito que tuvo con una mujer físicamente semejante a él, un Doppelgänger femenino. Tanto lo racional como lo irracional tienen cabida en un trabajo que no termina de explorar y proponer una experiencia crítica que busca corroer la heteronormatividad y las fantasías nacionalistas mediante lo estético, que involucra al espectador y le infunde reflexiones expansivas.
Imagen de portada: Video, Buscando a Marcela Calfuqueo, 2018. Fotografía de Juan Pablo Faus