Vivimos tiempos difíciles. Tiempos de incertidumbre, enfermedad y muerte. Por primera vez desde la segunda Guerra Mundial, la Revista de la Universidad de México dejará de imprimir uno de sus números mensuales. Afortunadamente, en el 2020, internet nos da la oportunidad de alcanzar a muchos de nuestros lectores en sus dispositivos electrónicos. La pandemia de COVID-19 que se originó en Wuhan, China, es consecuencia de ese hábito tan cuestionado de comer animales, en particular murciélagos y pangolines —que lo mismo pudieron ser codornices españolas, caracoles franceses o gusanos de maguey—. A causa de un virus minúsculo que al parecer nos transmitieron estas dos especies han muerto miles de personas y las demás estamos confinadas en nuestros hogares. La producción y la economía han sufrido embates desastrosos, mientras que los ecosistemas, liberados de la plaga humana, se han estado limpiando. Resulta asombroso constatar cómo, a partir de nuestra retirada, los animales circulan con mayor libertad por el campo y las ciudades, recobrando esos espacios súbitamente despejados, mientras nosotros en casa recuperamos un poco de nuestra animalidad. Se trata sin duda de un buen momento para pensar en los animales y por eso hemos decidido dedicarles a ellos, y a nuestros vínculos en común, la presente edición.
Desde siempre, los seres humanos hemos tenido una relación polémica con el reino animal, al que sin lugar a dudas pertenecemos. Al parecer, nuestra facultad de razonar, nuestras herramientas y nuestros lenguajes complejos nos enorgullecen lo suficiente como para considerarnos superiores a ellos y adoptar, en consecuencia, un comportamiento abusivo. No sólo los hemos perseguido durante siglos para beneficiarnos de su carne, de su piel, de sus huesos y de sus secreciones, también los hemos apresado por gusto, y exhibido en zoológicos y circos, como explican Antonio Lazcano, Julieta García y Jacobo Zanella en sus respectivos textos. La percepción de estos hábitos ancestrales ha cambiado con el tiempo. Organizaciones como PETA nos han hecho notar que los animales también tienen derechos y que es nuestro deber moral respetarlos, un tema apasionante que aborda Leonora Esquivel, filósofa y activista fundadora de AnimaNaturalis, en su ensayo “Los derechos animales”. El asunto sigue causando mucha discrepancia, pero al menos ya está sobre la mesa. No se trata de abandonar nuestra insaciable curiosidad acerca del reino animal, sino de ejercerla de modo menos invasivo y sobre todo menos extractivista.
Tal vez inspirados por el virus que nos aqueja, nuestros autores hicieron énfasis en el poder de lo minúsculo: parásitos, insectos, organismos que conforman cuerpos más grandes y colectivos, como los sifonóforos. En un texto revelador e inquietante, titulado “En defensa de los parásitos”, Andrés Cota Hiriart explica la relación entre los animales y los seres diminutos que nos habitan y determinan —sin que nos demos cuenta— muchos de nuestros comportamientos: “¿Quién es el rey de los animales?”, se pregunta este autor, “¿el león o el gusano que lo devora por dentro?” A esto podríamos añadir: ¿Quiénes somos en realidad, si nuestro organismo está habitado por un sinnúmero de voluntades microscópicas?
Otro tema ancestral pero no menos ilustrativo es el de los animales de compañía, esos seres con los que convivimos a diario, a veces en franca simbiosis emocional. Las mascotas como reflejo de nuestros anhelos, temores, necesidades afectivas. Sobre esto discurren Javier Ledesma, poseedor de una tortuga muy longeva, José Emilio Pacheco con su maravilloso “Tríptico del gato”, pero también los poemas de Elisa Díaz Castelo y Andrea Bajani, que con su visión privilegiada diluyen las fronteras entre nosotros y los animales. Para los lectores en cuarentena hemos incluido una reseña panorámica de libros sobre el reino animal, firmada por Isabel Zapata.
“Todos los animales saben lo que necesitan, excepto el hombre”, aseguró hace siglos Plinio el Viejo. Quizás observar a los animales en su modo de ser, en la manera de enfrentar los embates de sus vidas, en sus comunidades y en su interacción con nosotros, nos proporcione una clave sobre aquello que deberíamos saber y olvidamos hace mucho tiempo.
Imagen de portada: Agama tuberculata, ilustración de John Edward Gray, 1830-1834