Hace mucho tiempo Acapulco se vestía de fiesta dos veces al año para recibir al Galeón de Manila, popularmente conocido como la Nao de China. Pero ni la famosa china poblana —que acaso era de la India— ni el mentado barco zarparon de aquel imperio asiático, sino de las Filipinas, un territorio conquistado gracias a las expediciones salidas de Nueva España hacia los mares del sur —que en realidad eran del este—. La geografía aún no era exacta, pero el enriquecimiento y las aventuras no faltaban en la mejor ruta comercial de la época. Nos cuenta esta historia llena de especias y metales preciosos Guadalupe Pinzón, del Instituto de Investigaciones Históricas.
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