Fokine soñó a Shéhérazade,
Shéhérazade a León Bakst,
Diaghilev a Cocteau.
Moscú soñó con París:
teatros llenos de flores
para engalanar a los bárbaros.
Pavlova soñó a Nijinsky
saltando por primera vez.
Como un ejército,
los teatros imperiales
se soñaron a sí mismos
desembarcando en luces
de distinto oleaje.
Cien guerreros bailarines
soñaron antes
¡con 100 guerreros,
100 bailarines!
Diaghilev soñó a Stravinsky
y a Bakst, el pájaro de fuego;
su traje de plumas,
su enardecida insignia.
Bakst se soñó a sí mismo
la noche anterior al estreno
y supo, nervioso,
que no acabaría el bordado.
Fokine soñó a Nijinsky
como el espectro de una rosa.
Gautier a Weber,
Weber a Gautier
y, años después,
Nijinsky soñó su salto
cuando miró fijamente
su ventana del psiquiátrico.
Este poema pertenece al libro Luz clave (colección Ala del Tigre, UNAM, México, 2023). Se reproduce con permiso de la autora.
Imagen de portada: Vaslav Nijinsky con el traje creado por León Bakst para Le Spectre de la Rose, en el Royal Opera House,1911. Library of Congress ©.