1.
Muy de noche, si no funciona la pastilla, miro los animales en la pantalla de la computadora. Me serenan las alas, la sabana, la quilla de los pájaros. Espero los bostezos felinos los bostezos dóciles de los gatos sobre todo. Vuelvo bostezando a la cama.
2.
Por qué sin más desaparecen sin dar explicaciones, por qué nadie quiere escuchar ya el sonido del caballo, ya nadie dice relincho, rebuzno, ya nadie quiere un barrito. Son grandes glaciaciones, los animales escapan de las casas por la noche. Uno despierta y ya no está la infancia.
3.
Benditas sean las moscas pintadas en los orinales: un ejercicio simplificado de conservación de la especie, dípteros de cerámica ofrecidos al instinto del hombre cazador, una diana colocada en medio del blanco, para no poder fallar. Estado de naturaleza provisto por negocio: la presa, si se destiñe, se reemplazará.
4.
Algunos días aquí desde el octavo piso es fácil que se equivoquen las orejas y que confundan a un niño con un gato o a ambos con una gaviota. En cambio, hoy es el chirrido del columpio y el consiguiente contraataque de los pájaros, el orgullo emitido con los picos de ser los únicos que vuelan.
5.
Quizás es justo la voz de la especie este obstinado teclear y borrar sobre las letras, el renglón que se aleja y desaparece en el blanco terso. No es un gruñido o un maullido es un poco balido cansado un poco graznido. Es la poesía, el desgarre vocal de cada yo. Linda o fea, es nuestra voz.
6.
Me sucede en cada mudanza: basta un libro apoyado sobre un mueble luego se extiende como la yedra sobre los muros al poco tiempo la casa es un bosque. En pocos meses ya ha florecido es una fiesta de formas y colores, de los volúmenes se desata el coro propio de la especie, la impostura.