¿Sorprendimos a nuestros maestros que sentían ñáñaras ante los nimios cerebros de los niñitos negros que se parecían a los pulcros memines pingüines de las cajas de detergente? ¿Qué tan lodoso es el Mississippi comparado con el tercer río más largo del más oscuro continente? En la tierra de los Ibo, los Hausa y los Yoruba, ¿cuánto cuesta el barril de nigriscencia? A pesar de que los esclavos eran riqueza y que sobrevivieron a las negreras provisiones, ¿deberían los herederos de la riqueza echarle la culpa al pobre enigma de no tener un diccionario? ¿Pedirá el alcalde que se cuenten una a una todas las balas o va el ayuntamiento simplemente a pasar por alto el distrito del concejal negro? Si no estoy de acuerdo con tus creencias, ¿vas a blanquear mi negrigente poder de discriminación, ya que en realidad estoy trufándolo todo y no hay por qué tomarlo en cuenta? ¿Mi preocupación por las nimiedades cancela mis posibilidades de lidiar con buena fe? Aunque a los cimarrones, que eran africanos indómitos y no caballos salvajes ni marineros flojos, se les haya llamado renegados en español, ¿me pondré más negra si reniego de este trato?
Poema incluido en Sleeping with the Dictionary, publicado por la University of California Press en 2002 y nominado al National Book Award.