dossier Miedo SEP.2019

Miedo de ser mujer

Fragmento

Karen Villeda

I

KAREN


2018, Verano. Ciudad de México. Mi nombre es Karen. A finales de diciembre del año pasado, asesinaron a una mujer llamada como yo. A esa Karen la encontraron muerta en el barrio de Mixcoac. El feminicidio ocurrió en lo que se conoce como un “hotel de paso”. El Pasadena Hotel & Villas está en la colonia San Juan Mixcoac, aledaña a la mía. Salgo de casa. Tengo un objetivo: estoy buscando a Karen sabiendo que no la encontraré. Ya no está viva. Camino durante media hora para llegar al lugar de la tragedia. Tengo un destino: es un edificio de granito color durazno ubicado sobre avenida Revolución. El número es el 826. Ocho, dos y seis en medio de letreros que, en letras verdes sobre un fondo blanco, indican ENTRADA y SALIDA. “Karen ya no está viva”. Aquí murió Karen, aquí estoy yo. Y sigo viva, todavía. Viva por suerte, fortuna, destino o azar, pues nueve mujeres son asesinadas cada día en nuestro país, de acuerdo con la Entidad para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer de la Organización de Naciones Unidades (ONU Mujeres, 2018). Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), “22 mil 482 mujeres […] fueron mutiladas, asfixiadas, ahogadas, ahorcadas, degolladas, quemadas, apuñaladas o baleadas”1 entre 2007 y 2016. Se desconoce cuántos de estos casos fueron tipificados como feminicidios. Del de Karen apenas nos enteramos por los medios de comunicación y solo es uno entre tantos otros que ignoramos (¿o desconocemos?). Observo a mi alrededor. La economía informal invade las banquetas. Múltiples voces ofrecen tortas gigantes, películas piratas, cinturones y clones de prendas deportivas, se vuelven un solo murmullo que me aturde. El resto del paisaje es caótico: los arbustos mal podados, el gimnasio en un bajopuente, este amarillo lineal. Cada uno de mis pasos apenas se asienta sobre las grietas. Esta zona de Mixcoac ya no hace honor al “pueblo de labios quemados” donde, como escribió Octavio Paz, “solo la higuera señalaba los cambios del año. La higuera, seis meses vestida de un sonoro vestido verde y los otros seis carbonizada ruina del sol del verano”.2 En estos días no he podido escribir. Lo que estoy tecleando ahora no es literario sino literal. Escribir “27 de diciembre Karen muerta” en el buscador de Google tiene la intención de encontrar la mayor cantidad posible de datos de la joven de nacionalidad argentina que perdió la vida. Los resultados revelan que su cuerpo, a resguardo en la habitación 214 del Pasadena, tenía “un impacto de bala y cortes en el cuerpo”.3 Otras fuentes hablan de “dos impactos de bala en la cabeza”4 o que “fue asesinada a balazos”. Karen está muerta. Un hombre la asesinó. En este país las mujeres no nos estamos muriendo; nos están matando.


Reviso uno de los párrafos anteriores. Me doy cuenta de que escribí “27 de diciembre Karen muerta”. El “muerta” aparece en cerca de 198,000 enlaces de internet que revelan que “se había casado en secreto con un mexicano y la pretendía un ‘pesado’ del cártel de Tepito”. O se enfocan en el presunto homicida, un actor con el que supuestamente había estado involucrada, el cual fue arrestado y exonerado después. Las líneas de investigación parten de la vida sentimental de Karen. También la revictimizan. En el portal 800 Noticias, una nota dice lo siguiente: “Karen Ailen Grodzinski fue encontrada con un disparo en la cabeza en el hotel el 27 de diciembre. En su perfil de Facebook abundaban las fotos con ropa interior o pintada con aerosol, pero no publicaba nada desde 2015. En Twitter se describía como: ‘Modelo… Actriz… Bailarina… Maquilladora profesional y Promotora de eventos’”. E incluso parece que la responsabilizan de lo sucedido debido a su trabajo (“asesinada mientras prestaba servicios de acompañante” es una frase reiterada en varias notas). Reescribo. Muerta no es lo mismo que asesinada. “Karen se murió” no es lo mismo que “Karen está muerta”. La búsqueda “27 de diciembre Karen asesinada” arroja una serie menor de resultados, cerca de 73,500 noticias. Un artículo llama sobremanera mi atención porque señala que Karen estaba buscando “el mejor futuro que no llegó”. ¿Tenemos futuro, como mujeres, en México? El Universal ofrece una respuesta. En una nota titulada “Cómo será la mujer en el 2050” se afirma que “no conocerá límites impuestos por roles de género para crear, estudiar o trabajar. Se educará en una sociedad más incluyente”.5 ¿Hay que esperar tanto tiempo para que se cumpla una promesa?
Yo soy una mujer. No, no es así. Estoy diciendo la verdad a medias. Y esa verdad ni siquiera me pertenece. Yo soy una mujer todavía viva en este país y espero tener un futuro.

Fragmento de Agua de Lourdes, Turner, México, 2019, pp. 8-11. Se reproduce con autorización.

  1. Consúltese aquí el artículo de El Excélsior 

  2. Paz, Octavio, ¿Águila o sol?, tercera edición, Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, Letras mexicanas, 1995, p. 102. 

  3. Consúltese aquí el artículo de El Universal 

  4. Léase aquí 

  5. Consúltese aquí