Estoy ante el retrato de una familia. La certeza me la otorga el código fotográfico; de frente al espectador se encuentra quizá una pareja—un hombre y una mujer— junto a dos varones jóvenes y la madre de uno de los padres. Al fondo se dibuja un espacio doméstico, el quicio de una puerta, un candelabro, una vitrina y dos ventanas, arquitectura privada que guarda historias privadas. Los personajes, aunque parece que están atentos a quien retrata, mantienen una mirada diferida, ajena. Sí, estamos ante el código fotográfico, sin embargo el significante es pictórico. La materialidad transforma, por partida doble, sutil y radicalmente, la superficie conocida de los retratos fotográficos familiares. Los trazos, que simulan los de Giorgio Morandi y construyen los objetos; las pinceladas, que recuerdan a Francis Bacon y configuran la carne de los personajes; la paleta de tonos grises y ocres, que construye la escena y contrasta con los blancos, azules y magentas que dan color a los sujetos de la toma, todo contribuye a hacer de lo familiar algo extraño. Rafael Rodríguez (Querétaro, 1977) busca en el retrato una reflexión mayor sobre la imagen. Trastoca ese género rasgando la personalidad del retratado, ya sea para dotarla de una cualidad específica o buscar algo en común con el fin de que su rostro sea un vehículo de la subjetividad del pintor. Así, el retrato que en primer término es el texto, se vuelve el pre texto para reflexionar, casi de manera abstracta, en torno al miedo, el dolor, la pérdida y la nostalgia. Rodríguez altera, por medio de la pintura, el ritual social del retrato, en algunos casos transformando su atmósfera en lo que pareciera una pesadilla. Dicho ritual juega con nuestras expectativas de los momentos íntimos dignos de ser fotografiados, usualmente felices, donde conmemoramos el nacimiento, la vida, los lazos de los seres queridos. Por medio de la pintura estas imágenes nos devuelven trastocada esa misma expectativa y hacen de lo familiar un acontecimiento extraordinario.
Todas las imágenes son cortesía del artista.
Imagen de portada: Retrato familiar IV, 2017. Óleo sobre tela sobre madera