perdimos contacto con el último robot que mandamos
para buscar v i d a e n o t r o planeta
antes, nos habló de la oscuridad
que llevaba meses envolviéndolo
bajo la tormenta de arena
mientras resonaba en la atmósfera
su última transmisión de radio
le instalamos unas bocinas
una rudimentaria
voz
porque sentimos que era muy raro
mandar tan lejos en el espacio
a un robot sin darle al menos
algo con que pudiera emitir
vibraciones sonoras
—ruido y entropía—
entre el vacío de
casi infinita
incomunicación
ese día
mi pequeño helecho
que escondía en una cueva
murió
hay veces que
en sueños confundo
el tono de voz
magnético
que le instalamos
a la sonda
con el silencio
que emanaba
del helecho
y siento
como
todo el
espacio se llena
de ruido y entropía
como una
comunicación
casi infinita
que se expande
envolviéndome
—infinitos granos
de ruido
hormiguean mi piel—
[ muchas veces pienso
acaso la razón de la vida
en este planeta
sea simplemente
la resolución del problema
de la no-comunicación:
incorporándola al sistema ]
Disponible aquí
Imagen de portada: Henrique Alvim Corrêa, Cañón de gas marciano, en La guerra de los mundos, 1906