La obra de François Bucher busca rasgar el velo de la “realidad consensuada”, ese lugar donde vivimos desorientados y que mantiene atrofiado nuestro órgano de contacto con la Inteligencia Cósmica. En la novela Contact de Carl Sagan —un referente en la obra de Bucher—, Ellie, la protagonista, tiene contacto con una Conciencia, que necesita ponerse el disfraz de la imagen de su padre fallecido para que pueda darse el encuentro. Con su obra, el artista nos señala que todo es reflejo, mensajes cifrados, códigos para acceder a portales dimensionales que permitan establecer comunicación —en nombre de todos, como se ha hecho siempre— con la conciencia cósmica. Todo nos empuja a ello: La palabra LOGOS invertida, escrita a partir de tubos de luz y de su reflejo en una piscina, establece un orden inmanente que no se descubre de otro modo sino a partir del autoconocimiento. Dos aros extraídos de la narración de José Simón, un electricista de Bogotá que también hace sanaciones con sus manos, o la imagen de círculos concéntricos, son la metáfora plástica de un túnel entre dimensiones. Cuernos de venado que tienen tatuada la Vía Láctea o la maloca, sitio ceremonial de los indígenas del Amazonas, son una metáfora sencilla del contacto pero que abarca el mito del origen, lo chamánico como narración infinita, como baile, como patrón, como canto-eco del orden invisible. Polímeros derivados del petróleo que se convierten en imágenes tornasoleadas y holográficas, producto de la anisotropía o polarización en el ruido cósmico de fondo, y que forman una imagen de los sueños y del tiempo representado desde los minutos que le siguieron al Big Bang hasta ahora. O en la manifestación de los traumas en el individuo y en la colectividad representados por la imagen del desentierro de una esvástica gigante en Hamburgo en 2017 mientras se realizan excavaciones para construir un centro comercial. Como escribe el propio artista: “[…] al trazar el origen de una idea inevitable a la que se llegó, nos percatamos de que hubo muchas avenidas que llevaron allí… todas las avenidas conducían.”
Todas las imágenes son cortesía del artista.
Imagen de portada: Logos, 2017. Neón blanco y alberca, 50 x 223 cm