Galardonado a principios de este año con el Fauve d’Or al mejor álbum de 2023 en el Festival de Angoulême, Francia, el más reciente libro de Daniel Clowes fue elogiado desde que apareció publicado por Fantagraphics, lo mismo por la crítica —especializada y no— que por sus lectores, quienes lo han considerado su mejor trabajo hasta ahora. La obra en cuestión fue realizada a lo largo de siete años atravesados por dos largas sombras, determinantes en la historia que narra Clowes: la pandemia y el fallecimiento de su madre. El resultado final del autor de Ghost World (1995) y Patience (2016) es una pieza compleja elaborada a partir de la historia de un personaje, Monica, pero con una ambición más grande: contar la historia de la humanidad y, más aún, del universo.
Monica consta de nueve historias, algunas narradas por el personaje que da nombre al título, otras por algún otro personaje y unas más sin narrador. Aunque las historias son lineales, dan saltos entre los géneros en los que Clowes se apoya para contar los relatos de este libro. Se trata de una búsqueda de identidad en la que el autor jala los hilos de historia y la Historia, tensándolos y extendiéndolos lo suficiente para mostrar a detalle las fibras que los componen. De entrada, para llegar al nacimiento de Monica, Clowes hace un rápido repaso, en dos páginas, de eventos que comienzan con la creación del universo e incluyen acontecimientos como la aparición de los dinosaurios y su extinción, la crucifixión de Cristo, la Revolución Industrial, Hitler, Little Richard, el asesinato de Kennedy… Después, como continuación de ese Génesis, sigue con dos capítulos que establecen el origen del personaje central: “Foxhole” y “Pretty Penny”. En ellos sabemos que el novio de Penny se encuentra en Vietnam, mientras que ella vive el momento, integrándose al mundillo hippie sesentero en el que sostiene una relación con otro hombre, que será el padre de Monica.
Lo que Clowes deja entrever en este libro es su idea del apocalipsis, el fin del mundo como lo conocemos, ya sea por alguna amenaza natural o porque los humanos somos estúpidos y nos dirigimos a la extinción a través de decisiones autodestructivas, ya sea como especie o como individuos. Y es que Monica sigue la ruta de la humanidad, encapsulada en su historia personal: ocurre un accidente automovilístico, toma decisiones que cambian su rumbo económico y personal (como vender su exitosa compañía de velas) y hace cambios de planes que la colocan en lugares y circunstancias —algunas incluso peligrosas— muy alejadas de una vida “normal”. Todo conduce hacia la muerte inminente, el fracaso o el aislamiento. Si leyéramos este libro del fin al principio, llegaríamos a la destrucción de la vida. No es ninguna casualidad, pues, como cuenta Clowes, en casa de sus abuelos descubrió un libro llamado The World We Live In, el cual representaba la evolución del planeta Tierra desde su formación, pero “se me hacía aterrador; para mí, se veía como el fin del mundo, […] parecía recopilar todas las cosas que podrían estar sucediendo en el principio (o el fin) del mundo en una imagen intensa y melodramática”.
La vida de Monica es la de una persona más que atraviesa por una serie de experiencias intensas que terminan en el fin de “su” mundo, como sucede con cualquiera de nosotros. Monica vive sus primeros años al lado de su madre, quien brinca de relación en relación sin establecerse del todo ni darle a su hija la estabilidad necesaria para afrontar la existencia. Se hace aquí una crítica a la idealizada vida de los años sesenta, sin convenciones ni ataduras tradicionales, pero que en la práctica desemboca en abandono y conflictos. Penny no se encuentra cómoda en ningún lugar y huye de la estabilidad, hasta el punto de desaparecer de la vida de su hija. En la superficie, leemos la historia de la relación de una madre y su hija, en la que esta última lucha por encontrar sentido y respuestas a sus interrogantes. ¿Pero se trata solo de eso?
Monica es también un gran juego de subjetividades. Encontramos los elementos extravagantes de la narrativa clowesiana que en sus primeros trabajos —los que aparecían en Eightball, su segundo comic book, editado por Fantagraphics de 1989 a 1997— lo acercaban al cine de David Lynch. Atmósferas ominosas, situaciones bizarras, personajes deformes física y moralmente. Un conjunto que hace al lector cuestionarse si lee un pasaje onírico, una fantasía o un delirio. El ejemplo más acabado es el radio que encuentra Monica, desde el cual comienza a recibir la transmisión de su abuelo muerto, con quien entabla una conversación. Pero también los capítulos dedicados a William, un personaje que, invirtiendo los papeles, abandona a su padre viudo y se marcha de Inglewood para regresar tiempo después y encontrar un pueblo totalmente diferente. William se ve involucrado con una especie de secta cristiana y tiene un extraño final, sacrificándose para terminar convertido en “el centro focal de la existencia humana, la única religión verdadera”.
Esta ha sido una obsesión de Clowes desde inicios de su carrera. En el primer número de Eightball, Clowes exploró el mundo de las sectas y la propaganda religiosa, plasmada en todo su delirio en las historietas-folleto de Jack Chick. Pero si Devil Doll? (1989) es exagerada y puntillosa, una sátira nacida de la “desacertada decisión de leer más de sesenta tracts de Chick en una tarde lluviosa después de un largo viaje en autobús a una librería cristiana”, Monica es una historia con más densidad narrativa; es una exploración más profunda de cómo funcionan este tipo de agrupaciones y de sus consecuencias. En su búsqueda por encontrar a su madre, Monica decide formar parte de Open World, un grupo new age que predica “el camino” y que es liderado por un tal V., quien aparentemente es su padre biológico. Los miembros más elevados de Open World son elegidos por una deidad llamada Lux. Por sus filas han pasado personajes como Cleopatra y Jeff Bezos, lo que vincula la trama con el delirio conspiranoico norteamericano, pero dentro de las interrogantes personales de la protagonista: ¿quiénes fueron sus padres y, sobre todo, quién es ella?
Clowes juega con distintos géneros. Encontramos los cómics de guerra de EC Comics editados por Harvey Kurtzman, creador de la revista MAD, pero también las historietas de género romántico, de ciencia ficción, los mismos tracts religiosos de Jack Chick, la espeluznante adaptación de la Biblia hecha por Basil Wolverton. Clowes hace una amalgama de las lecturas, referencias e influencias que lo moldearon. En diversas entrevistas suele hablar de que ha buscado durante décadas una máquina vintage expendedora de cómics como las que había en las farmacias; y de que en su casa cuelga una reproducción de la portada realizada por Chesley Bonestell del mencionado libro The World We Live In; de identificarse cuando era niño con el personaje de Peter Parker (la identidad secreta del Hombre Araña) y de cómo todas sus lecturas influyeron en su trabajo como dibujante de cómics y escritor. La narrativa de Clowes se ha ido refinando hasta lograr esta amalgama de estilos en una sola historia, la de la búsqueda de Monica, que también es detectivesca, añadiendo un género más.
Cada capítulo de Monica está pensado como una pieza unitaria con un tono específico, pero sin perder el hilo que conduce el relato. He ahí el gran logro del autor: sublimar todas esas referencias y plasmarlas en una narración sin que se salga de control. Para el lector más clavado, recomiendo “Monica: A Guided Tour Through Daniel Clowes’s Mind and Library”. Se trata de una conversación entre Françoise Mouly y Clowes, publicada en The New Yorker, sobre las referencias y lecturas que le dieron forma a este proyecto, por lo menos a nivel gráfico. Y es que este libro requiere más de una lectura. No es que sea denso y difícil de leer, sino que sus diversas capas se van develando de manera gradual. No dudo que, en un futuro, se edite una versión revisada y aumentada, como fue el caso de Maus, de Art Spiegelman. En cuanto al dibujo, este se ha vuelto más naturalista con el paso de los años. En Monica las pinceladas son precisas y maduras. Aunque yo disfruto más la crudeza del Clowes de finales de los ochenta e inicios de los noventa, su evolución es muy destacable.
Si las historias de Clowes nacen de ideas pasajeras suyas, como ha explicado, Monica parece ocuparse de ideas más arraigadas en su psique y en los acontecimientos de su vida personal. Se pueden identificar vasos comunicantes entre la vida de Monica y la de su autor. Los padres de Clowes se divorciaron cuando él tenía dos años, los de Monica desaparecen de su vida; la madre de Monica la abandona en casa de sus padres, Clowes fue criado “en comitiva” entre su madre y sus abuelos. Sin embargo, no se trata de una historia autobiográfica, sino más bien personal. Un cómic sobre los cómics y sobre su cultura, sobre las relaciones entre padres e hijos y sobre la extrañeza de vivir en este universo.
Fantagraphic Books, Seattle, 202
Imagen de portada: Imagen de Monica, de Daniel Clowes